22 may 2013

AZNAR... Y OTROS

Es el tema del día: la entrevista que ayer le hicieron en la tele a Aznar. Como cuando hace tres años comenté la que hizo Gabilondo a Felipe González, tengo que decir algo sobre esta de Antena3. Lo primero, debo confesar que, como a FG, a JMA lo tengo «atravesao», ¡vaya par de listos! Cualquier día los vemos en Sálvame. Aunque tengan muchos fans (también Mourinho) a mí no me gustan ni un poco (tampoco el del paréntesis), por lo que no sé si voy a ser objetivo al hablar de Aznar.

Y, ya que he mencionado al portugués, tengo que decir que encuentro algunas similitudes entre las personalidades del entrenador (o ex) del Madrid y el expresidente del gobierno: los veo igual de soseras, de petulantes y de engreídos. También ambos tienen el defecto de atribuirse impúdicamente los éxitos que hayan podido lograr los colectivos sobre los que se ha proyectado su gestión (el Real Madrid, en el caso de Mou, y España o los españoles, en el de Aznar). Así como Mourinho habla en primera persona-singular al referirse a los triunfos de los equipos que ha entrenado («…yo gané la liga pasada…» o «… cuando gané la champions…»), como si fuera él el que marcó los goles o paró los disparos de los adversarios, Aznar se atribuye de forma directa y casi exclusiva la mejora económica que se produjo cuando gobernó («…cuando llegué al gobierno trabajaban 12 millones de españoles y cuando lo dejé trabajaban 17…», «…yo legué a mi sucesor la España más próspera que hemos conocido...»), dando a entender que él, personalmente, fue el verdadero artífice de la mejoría temporal del país durante el tiempo de su mandato; o sea, parodiando al Gran Wyoming, diría que ambos se esfuerzan en hacer ver a los demás que son los ¡putos amos! Para descojonarse.

Pero volviendo a la entrevista, lo que, para mí, fue más destacado es que Aznar, unas veces entre líneas y otras casi explícitamente, puso a caldo a su «sucesor» en el partido, Rajoy. Estará contento el gallego. Lo acuchilló (y no por la espalda) con premeditación, alevosía y nocturnidad (y además en prime time). Eso no se hace con un colegui, Josemari, máxime si es el que tú designaste para sucederte al frente del PP, y, además, es al que le chafaste la sucesión como presidente del gobierno por tus graves estupideces en los dos últimos años de tu mandato, que fueron horrorosos.

Y ahora, ya sin bigote, vuelve en plan campeón; insufrible. No quedó muy claro (al menos para mí) si entre sus intenciones en la comparecencia televisiva estaba la de decir un «¡Aquí estoy yo!, españoles de centro-derecha, dispuesto a tomar de nuevo el timón de la patria» o han sido otras sus intenciones. La verdad, me importa poco, porque creo que, si tiene alguna esperanza de gobernar de nuevo, ya se puede ir olvidando. ¡Ni de coña! 

Me llamó la atención que en una de las contestaciones dijo, más o menos, que él cumpliría o sería fiel «...con mi conciencia...». Me pregunto si cuando apoyó lo de Iraq (posiblemente la decisión más grave y de mayor alcance de su vida) lo hizo también atendiendo a lo que le decía su conciencia. Si fue así, o sea, si lo hizo a conciencia, mejor sería que en sus discursos  no nombrara tal atributo espiritual; resulta ofensivo. Más ofensivo aún sería que quien participó de forma tan evidente en el mayor crimen que el ser humano ha cometido  (al menos desde que yo tengo uso de razón) volviera a tener competencias políticas costeadas por los ciudadanos.

Aunque JMA, como antes decía, pueda tener su club de fans, está ya totalmente amortizado. Entre otras cosas, la foto de las Azores está aún muy presente y lo estará a lo largo de su vida (ya me extendí sobre esto en un reciente post). Podrá dar el coñazo, fastidiarle a Rajoy, dar esperanzas a la más rancia derecha..., pero de volver a ser el number one, nada de nada. Se te pasó el arroz, Josemari. Sigue, como dijiste en la entrevista, ganándote la vida «honradamente», trabajando para Rupert Murdoch o para quien te quiera contratar y pagar la pasta gansa que, según dicen, te pagan y déjanos tranquilitos. Hummm… ¿Por qué, al escribir esto, me habrá venido a la mente el nombre de Berlusconi…?, no sé, no sé…

Lo único que me gustó de su intervención en la entrevista fue su agria diatriba contra Prisa. Se empleó a fondo. Ahí me gustó; genio y figura hasta la sepultura. Y no es que me gustara porque se metió con la citada empresa mediática; no tengo nada contra ella, al revés. Me gustó porque, sin entrar en si tenía o no razón, creo que fue valiente; y eso siempre se agradece. Ya veremos cómo contraatacan los de Prisa; supongo que le van a zurrar de lo lindo.

Contestando a una pregunta, dijo que pasa fuera de España el 60 o 70 por ciento de su tiempo; yo creo que el amigo Ansar debería tratar de que el porcentaje ascendiera al 100; por aquí ya no tiene nada que hacer… y para tocar los güevos ya están muchos otros.
 

5 may 2013

MADRID

Prácticamente, llevo viviendo en Madrid 30 años; casi la mitad de mi vida. Por eso no es extraño que considere a Madrid casi como MI ciudad. He dicho casi porque los de Bilbao difícilmente renunciaremos a ser y sentirnos del Botxo. Así que seguiré siendo de Bilbao, por mucho tiempo que haya pacido o paciere en cualquier otro sitio, aunque este sea Madrid. Pero hecha esta innecesaria (por obvia) declaración, creo que se puede ser de Bilbao y, a la vez, querer a Madrid como lugar de uno. De esto último quiero hablar.

Antes de meterme en harina, otra obviedad: naturalmente, yo solo puedo hablar por mí, por lo que sería ridículo que pretendiera que se considerasen mis opiniones y sensaciones como algo común o general en los bilbaínos que vivimos en Madrid. En esto, como en todo, cada uno es libre de sentir y opinar; y, además, el carácter, el modo de ser, las vivencias y circunstancias de cada cual suelen ser determinantes en estas cosas. Por tanto, no generalizaré.

Y ¿por qué quiero hablar de esto? Pues simplemente porque quiero que mis amigos madrileños sepan cómo respiro en mi relación con Madrid. Más de una vez, durante mis charlas con ellos, he estado tentado de llevar la conversación hacia esta cuestión, pero nunca lo he hecho, al menos con profundidad; no me he atrevido. Posiblemente, haya sido por temor a que no me explicara bien, o a que no se me entendiera, o a que se tergiversara mi discurso. Porque entre ellos y yo hay una diferencia importante: me refiero a lo que, para lo que me ocupa, podríamos denominar «lo propio». Y eso hace que, a veces, tengamos, en lo emocional o sentimental, diferencias de criterio que dificultan el entendimiento. Si me pusiera estupendo diría que el componente social y vivencial de los genes de mis amigos madrileños es diferente del de los míos, lo cual, a su vez, comporta que sus parámetros de los activadores emocionales y sentimentales sean, también, muy distintos a los míos. En otras palabras, que no coincidimos en las sensaciones que nos ponen, nos entusiasman o nos emocionan.


Cuando más se evidencia esto es cuando vemos juntos por la tele algún partido del Real Madrid y, mientras ellos gritan ¡goooooool! y dan saltos de alegría cuando Ronaldo marca, yo me quedo casi impasible y como mucho digo, átonamente, ´gol` (incluso si lo recibe Valdés), poniendo, como dice Rosa, cara de seta y solo por aquello de que algo hay que decir. Y noto cómo me miran de reojo y, para sus adentros, dicen algo así como ¡jódete, vasquito! Y la verdad es que me jode; no por ellos (por mis amigos) sino por el Madrid. Porque no me gusta el Madrid (ni el Barça, aclaro), especialmente por lo que simboliza: el dinero y el poder. Y por eso me ponen más los goles que le meten los equipos contra los que juega, especialmente si son de los humildes que compiten en la liga española. Sé que esto no lo pueden entender ellos porque, absurdamente, creen que los demás tenemos que ser hinchas del Madrid por el simple hecho de que es un equipo poderoso, plagado de estrellas, y, sobre todo, porque vivo en Madrid. En esto último podría estar de acuerdo con ellos, por aquello de tener una consideración especial (agradecimiento) con la ciudad en la que vivo, pero ni por esas, porque si tuviera que ser de algún equipo de Madrid sería del «pupas» Atlético, cuya filosofía y trayectoria está más acorde con mi forma de pensar y, además, fue fundado por bilbaínos.

Es que no se dan cuenta de que ¡yo no puedo ser del Madrid! Que no me puedo alegrar de sus triunfos. Que la leche que mamaba de mi madre contenía una instrucción genética: el Madrid es el adversario por antonomasia del Athletic, y tú, Julito, tienes que ser del Athletic cuando seas mayor, así que al Madrid ¡ni agua! Claro, si les digo esto a mis amigos madridistas, con crudeza, cara a cara, se puede armar la gorda… y les aprecio mucho como para poner en riesgo nuestra amistad.

No lo entenderían, como no entienden que uno, como yo, que no es de Madrid, no sienta, como los que lo son, en relación con las cosas propias de Madrid (y no me refiero solo al equipo de fútbol). Me pueden gustar, las puedo admirar, incluso las puedo ensalzar, pero sin la pasión o la carga subjetiva del que contempla o juzga lo que considera, sentimentalmente, suyo. Entre los autóctonos y yo hay una diferencia clave: para ellos es `su´ Madrid y para mí es, simplemente, Madrid. Ahí estoy en desventaja (compensada porque soy de Bilbao y ellos, que podrían, no quieren serlo). Me llevan ventaja porque Madrid tiene muchas cosas buenas y bonitas como para sentirse ufano y satisfecho de ser de Madrid y de poder sentir la ciudad como propia. Pero no pueden pretender que uno de Bilbao sienta como ellos; es casi imposible. Y, mirándolo desde su punto de vista, esto no les debería molestar; al revés, les viene bien porque así mantienen la exclusividad sobre algo que ellos consideran positivo: la propiedad sentimental sobre `su´ Madrid. Es como si alguien que tiene la suerte de tener un hijo muy guapo y muy listo pretendiera que todos sus amigos estuvieran constantemente reconociéndoselo; al padre le debería bastar con asumir y disfrutar de su afortunada paternidad, sin la necesidad de tener que compartirla con sus amigos.

La verdad es que a mí realmente me gusta Madrid. Me gusta su bullicio, su ambiente, su arquitectura (la de las zonas guais), sus bares y restaurantes. Me gusta su primavera, otoño e invierno, y cada vez soporto mejor su verano. Me gusta Madrid porque tradicionalmente ha acogido muy bien a los bilbaínos, como a los de otras procedencias porque es una ciudad abierta (esto la distingue en positivo). Me gusta Madrid porque aquí se puede hacer de todo y hay de todo. Y también me gustan los madrileños o, mejor dicho, el prototipo de madrileño: extrovertido, acogedor, afectivo y, también, educado (de esto hablaré más luego). Naturalmente, me gusta Madrid o estoy agradecido a Madrid porque en esta ciudad se ha desarrollado buena parte de mi trayectoria profesional (sobre todo la más intensa y gratificante) y de mi vida personal, y me ha ido bien.  Me gusta Madrid porque aquí he podido y puedo jugar asiduamente al tenis (que me priva) y al golf (que no me priva nada); porque aquí he podido jugar mi partidillo de fútbol todos los domingos (hasta hace pocos años); porque me ha permitido —y me permite cada día (y espero que por mucho tiempo)— disfrutar de la moto (el intensísimo trafico madrileño es la delicia de los moteros intrépidos de ciudad); porque me ha dado la oportunidad de entrar en contacto con otros vascos que residen aquí y presidir su asociación (que es todo un honor)… en fin, que me gusta Madrid casi tanto como a los propios madrileños.

Y también me gusta Madrid porque he percibido un cambio a mejor en la educación ciudadana o sentido cívico de los madrileños. Así como cuando, mediados los setenta, empecé a venir con cierta frecuencia a Madrid por cosas del trabajo noté o me pareció que los madrileños eran gente cabreada, irritada y poco considerada (lo del claxon en cuanto el semáforo se ponía en verde me resultaba insufrible) y que tenían un comportamiento chulesco y agresivo, al menos en comparación con la gente de Bilbao, ahora, tengo la sensación de que es al revés: en Madrid noto, en todos los ámbitos (en la calle, en los establecimientos, en los servicios, en las casas, etc.), que la gente se esfuerza en ser educada, respetuosa y considerada; desde luego, más que en Bilbao (sobre todo, en el tráfico), lo cual es de agradecer y resulta muy positivo para la convivencia en El Foro. He querido significar esto porque me parece muy importante. Obviamente, es una percepción muy personal y una generalización arriesgada, por lo que podría no ajustarse a la realidad, si bien debo decir que es fruto de una intensa observación (es algo que me ha interesado) en la que cuento a mi favor con el permanente contacto con ambas ciudades a lo largo de los últimos 35 años.

Y por todo lo que he dicho, deseo que a Madrid y a los madrileños les vayan bien las cosas; que consigan las olimpiadas del 2020; que tengan buenos gobernantes; que superen en todos los órdenes a Barcelona y a los barceloneses; que Madrid continúe siendo la ciudad abierta y acogedora… en fin que a Madrid-ciudad le vaya todo bien para goce y disfrute de los madrileños y de los que, no siéndolo, por aquí hemos recalado. Lo digo sinceramente, aunque sin apasionamiento.

Pero lo que no pueden pretender mis amigos de El Foro es que cante los goles de Ronaldo como ellos o como cualquier forofo madridista... ¡es que ni de coña! Espero que si leen esto me comprendan.