18 nov 2019

NACIONALISMO/PATRIOTISMO

Mi habitual interlocutor, Listo, quiere hablar conmigo. «Sobre un asunto espinoso para los vascos», me ha dicho. ¿Qué le preocupará? Me temo que, sabiendo él que soy vasco, querrá ponerme en un aprieto. Ya veremos. 

Listo: Hola, Julio. Gracias por ofrecerte a la charla. 

Julio: De nada, Listo. A ver, ¿de qué quieres que hablemos? 

L: Pues quería saber qué opinas del nacionalismo. Ahora, por lo de Catalunya, se habla mucho de esa ideología. 

J: Ya he escrito en este blog sobre esto en entradas anteriores, tanto en relación con lo vasco como con lo catalán; al final indico las relacionadas con lo vasco, por si te valen. Pero, como veo que estás interesado, te diré ahora algo más. Lo primero, te diré que, si no te importa, en esta conversación me referiré a lo que te interesa como nacionalismo/patriotismo. Porque creo que ambos conceptos son sinónimos. Se les puede buscar matices o significados para diferenciarlos, aunque su sinonimia me parece evidente. 

L: Y si te parecen sinónimos, ¿por qué no utilizas solamente una de las dos denominaciones? 

J: Pues porque quiero enfatizar en la relación entre estos dos conceptos, que muchas veces se utilizan como si fueran diferentes. Es decir, quiero dejar claro que creo que los nacionalistas lo son porque son muy patriotas, del mismo modo que opino que los muy patriotas son nacionalistas. 

L: No sé, Julio,… ¿A dónde quieres ir a parar? 

J: Pues, por ejemplo, a que al nacionalismo catalán, tan denostado últimamente por buena parte de los patriotas españoles (especialmente por los ultrapatriotas), se le pueden atribuir las mismas virtudes y defectos que se podrían atribuir al de estos últimos. Del mismo modo, los ultrapatriotas españoles deben asumir que su impulso ideológico patriótico/nacionalista es el mismo que mueve a los nacionalistas/independentistas catalanes, contra los que se muestran tan beligerantes. O sea, a mi entender, los nacionalistas/patriotas catalanes coinciden ideológicamente con los nacionalistas/patriotas españoles; lo que les separa es que el objeto de su nacionalismo/patriotismo —o sea, su nación/patria— es diferente. También, que en el caso de los nacionalistas/patriotas españoles su objeto goza del soporte de la legalidad histórica, porque España es, a todos los efectos, un Estado independiente y reconocido por todo el mundo, mientras que el Estado Catalán, hoy por hoy, es una entelequia…, o sea, una idea o un deseo.  

L: Bueno, bueno, si tú lo dices…  No voy a entrar en discusiones. Lo que yo quería saber es qué opinas del nacionalismo. Venga, Julio, ve al grano. 

J: Lo que te he dicho ya es significativo. Porque me habrás oído decir que no soy nada patriota; el patriotismo brilla por su ausencia en mis escasos y débiles mecanismos o soportes ideológicos. Y eso no quiere decir que esté en contra de España, esto es de la nación o del estado al que pertenezco. No, de ninguna manera. Al contrario, siempre he tenido, digamos, preferencias por el colectivo social al que, por mi nacimiento, he pertenecido o pertenezco. Así y dejando al margen la familia (por razones obvias), siempre he estado a favor de los de mi barrio, y   por extensión, de los de la ciudad en que nací, Bilbao —por eso soy del Athletic y me alegro de sus triunfos-; siento preferencia por lo vasco y los vascos, y por último, me congratulo de que España avance y de que a los españoles les vaya bien. Pero estas, digamos, preferencias creo que no son sentimientos, ni que están condicionadas ni movidas por la pasión y mucho menos por la ideología 

L: Vale, Julio, pero lo que dices nos pasa a todos: nos tira lo de casa. 

J: Así es; totalmente de acuerdo. Es el vínculo afectivo que tenemos con nuestra tierra. Pero cuando, por la mística de la pertenencia, ese vínculo se sublima (como expliqué en otra entrada) y se materializa en la idea de patria/nación, bien referida al estado al que se pertenece (caso de los patriotas españoles) o al estado deseado al que se quiere pertenecer (caso de los catalanes nacionalistas), la preferencia toma la condición de ideología. Y entonces sí entran en juego los sentimientos, incluso las pasiones. 

L: ¡Jo, Julito! No te enrolles tanto y di, de una vez, tu opinión sobre el nacionalismo. 

J: ¡Tranki, tronko! A eso voy. El nacionalismo/patriotismo es la ideología que mueve a los que subliman el vínculo de pertenencia al que me he referido. Como cualquier otra ideología, esta es la consecuencia del adoctrinamiento. Me corrijo, posiblemente el nacionalismo/patriotismo sea la ideología en la que el adoctrinamiento es más necesario y, por tanto, más evidente. En otras ideologías puede que intervengan con mayor fuerza las circunstancias —sobre todo, las económicas—  y las condiciones intelectuales y síquicas de las personas afectadas. Pero, reitero, en el nacionalismo/patriotismo el adoctrinamiento es determinante. Y no solo en la escuela se imparte esta doctrina; la familia, el entorno social cercano, los medios de comunicación y los poderes públicos, de forma más o menos directa o evidente, juegan un importante papel adoctrinador, aunque no siempre lo percibamos o nos demos cuenta de ello. 

L: Debo entender que a ti también te habrán adoctrinado, ¿no? 

J: Naturalmente. De pequeño, en cada aula de mi escuela (nacional), la pared principal estaba adornada por el cuadro de «la Purísima» (de Murillo), fotos de Franco y José Antonio, y por el crucifijo. Después vino la asignatura «Formación del espíritu nacional», a la que no llegué (empecé a trabajar muy jovencito). El caso es que todos los de mi generación fuimos contaminados por el adoctrinamiento en nacionalismo/patriotismo (español)… y en religión. 

J: Pues me parece que contigo perdieron el tiempo. 

J: Bueno, posiblemente al principio, de niño o de jovenzuelo, es posible que, en mí, el adoctrinamiento hiciera sus efectos, como en todos, pero, afortunadamente, cuando empecé a manejar con cierta autonomía mis mecanismos intelectuales de análisis, basándome en lo que a mí me parecía razonable o de sentido común, pronto me despojé de los efectos de aquel adoctrinamiento. 

L: O sea, que ya no eres patriota ni nacionalista. 

J: Pues no. Como ya he escrito en este blog, el patriotismo no activa mis estímulos vitales, y, por tanto, no me seduce el nacionalismo. Además, como sabes, mis tendencias y preferencias miran a la izquierda, y a mí me parece que el nacionalismo/patriotismo, cuando activa, como ocurre en Catalunya, el separatismo o lucha por la independencia de un territorio en un estado como el español, en el que, con los fallos que pueda haber como en cualquier obra humana, rige eso que llamamos «estado de derecho», el nacionalismo/patriotismo, decía, es incompatible —según como veo yo estas cosas— con las ideologías que realmente son de izquierdas. 

L: ¡Joder! Entonces, ¿qué tienes que decir sobre los partidos ERC y Bildu? Son los que, según parece, se muestran más radicales en la lucha por la independencia de sus respectivos territorios. 

J: Pues que si son tan nacionalistas/patriotas no pueden ser de izquierdas. Es incompatible. En otro tiempo o en otras circunstancias se podría admitir que las fuerzas políticas de la izquierda participasen en movimientos patrióticos o nacionalistas, pero en la España actual no. Aquí y ahora la izquierda debe dedicarse a mejorar —en términos socioeconómicos— la vida de las personas, tratando de que desaparezcan o al menos se reduzcan las aún muy importantes desigualdades entre ricos y pobres, es decir, entre los fuertes  (y poderosos) y los débiles, especialmente en el mundo del trabajo.

L: Entonces, ¿qué te parece lo de «izquierda abertzale».

J: Pues que me parece un oxímoron; es una contradicción. El patriotismo/nacionalismo debe quedar para la derecha y, sobre todo, para la ultraderecha; o sea, para los que son tan aficionados a las banderas. 

L: ¡Ah!, por eso tú no eres muy de banderas. Ya te lo leí en un anterior post. Y ya para acabar, debo entender que, según tú, ¿los partidos nacionalistas solo pueden ser de derechas? 

J: Pues en España, sí. Por eso me parece muy bien que el PNV se denomine Partido Nacionalista Vasco; aunque creo que no es el partido típico de derechas (como, por ejemplo, es el caso del PP) porque, aunque su leitmotiv tenga mucho que ver con el nacionalismo, es verdad que, por lo que yo conozco, su 'clientela' es y ha sido socialmente transversal, y esto lo ha tenido en cuenta siempre en su gestión política. De todos modos, me parece bien que se autodenomine como lo hace; lo que me parece mal es lo de Esquerra Republicana de Catalunya, ERC, cuya denominación no da pistas de su sesgo independentista, que, desde la distancia, parece que es lo único que preocupa y ocupa a este partido (sobre todo, últimamente). Se debería cambiar de nombre... ¿Eh, Rufián?  

L: Oye, no te metas con Rufián, que ese es peligroso. 

J: Joder que sí, y listo. Si se enfada le diré que se me escapó su nombre sin darme cuenta.
Bueno, Listo, espero haber satisfecho tu curiosidad. Si me animo, dentro de unos días podemos seguir con el tema; esto da para mucho. 

L: Vale, Julio, pues quedamos para dentro de unos días. Mañana me voy a esquiar a Baqueira. Hay que aprovechar la nieve que ha caído estos días y que aún no piden pasaporte.

  - - - - - - - - - - - -


Otras entradas sobre el tema:



25 oct 2019

EXHUMACIÓN DE FRANCO

Ayer se exhumaron los restos de Franco, que estaban en el Valle de los Caídos —espacio público (en la foto) que, como tal, pertenece al Estado, o sea, a todos los españoles—, y se reinhumaron en el panteón familiar del cementerio de Mingorrubio (también en Madrid). Con lo de Catalunya, ha sido, sin duda, de lo que más se ha hablado en la pasada semana y en lo que llevamos de esta. Así que me he animado a dar mi opinión, no sobre el traslado de los restos de Franco —que, ya adelanto, a mí me ha parecido muy bien—, sino de las memeces que he escuchado a los políticos de la oposición al Gobierno, a los miembros de la familia Franco y a los contertulios de las numerosas tertulias radiofónicas y de la tele que nos «divierten» cada día.




Empezando por los partidos, debo decir que me ha parecido una desvergüenza que los dos de la derecha, PP y Cs, que habían apoyado con su voto o con su abstención la decisión del Congreso de Diputados de exhumar el cadáver, hayan aprovechado la obligada ejecución de tal decisión para atacar al Gobierno (en funciones) del PSOE, acusándole de electoralismo y, por tanto, no apoyando la medida. Lo de Pablo Casado ha sido muy triste; lo de Rivera ha sido asqueroso, como suelen ser sus intervenciones en los últimos meses (desde la campaña de las elecciones de abril pasado). En sus ataques, ambos han utilizado unos pobres argumentos, pero, eso sí, expuestos con aparente convencimiento, haciendo mención a que no están por la labor de «mirar hacia atrás» —ellos solo miran hacia adelante—, esgrimiendo que los acontecimientos de nuestra historia del siglo XX (guerra civil y periodo de la dictadura) ya se solucionaron en la «transición» que culminó con nuestra actual Constitución, dando a entender que, más o menos a partir de 1980 (cuatro o cinco años después de la muerte de Franco), ya estábamos reconciliados y «todos éramos amigos», por lo que debíamos olvidarnos de los agravios que pudieron haberse cometido durante los casi 40 años del periodo a que me he referido. ¡Qué ricos!, Casado y Rivera; se nota que son muy jóvenes y no vivieron en aquél periodo, y se pasan por la entrepierna lo que puedan sentir los agraviados y sus cercanos. Para estos dos políticos eso ya no cuenta. En fin, para Casado y Rivera lo que ha hecho el Gobierno ha sido poco menos que una indignidad. Me parecen un par de sinvergüenzas.


La actitud del otro partido de la derecha, Vox, encabezada por su líder, Abascal, es lo que le tocaba hacer teniendo en cuenta su ideología ultra; o sea, criticar con la máxima acidez la acción del Gobierno, en un asunto como este en el que, según él, se mancillaba la memoria de su referente ideológico y espiritual, Franco. No se podía esperar otra cosa, así que me ha parecido normal, por lo que de este partido no tengo nada más que decir.

El otro partido de izquierdas, Podemos, también ha sido crítico. He visto como su líder, Iglesias, criticaba el espectáculo de ayer porque a él le ha parecido poco lo que se ha hecho o muy tibia la actitud del Gobierno. Él hubiera sido más duro, no solo en la ceremonia de la exhumación, sino con los "restos" del franquismo, según él aún presentes en los poderes económicos o empresariales y en la política. Iglesias, también en campaña electoral, no ha desaprovechado la ocasión para criticar a su principal competidor en la izquierda. A mí, la actitud de Iglesias me ha parecido ruin y extemporánea. Seguro que habrá muchas cosas que se le podrá criticar al PSOE, pero no esta, y menos desde la izquierda. Ya digo, una ruindad de Pablo, Pablito, Pablete. ¡Con lo bien que me caía al principio…!

Del PNV solo he escuchado unas cortas declaraciones de Aitor Esteban, en las que venía a decir que la exhumación «…se ha convertido en una fiesta de exaltación franquista y en una nueva humillación a las víctimas». A mi entender, este diputado vasco ha perdido una inmejorable ocasión para estar calladito. Por cierto, nunca escuche al PNV demandar que el cadáver de Franco saliera del Valle de los Caídos. Por eso, me ha parecido que también el PNV, como sus correligionarios de la derecha española, ha tenido una actitud deplorable.

De los partidos catalanes independentistas he oído que también se han sumado a la crítica al Gobierno, aunque no sé en qué términos. De cualquier modo, bastante tienen con lo suyo como para meterse en lo de Franco. En esto no cuentan, o cuentan poco. Así que, nada que decir.

De lo que ha hecho la familia Franco —sus recursos judiciales contra la exhumación— y han dicho y hecho sus miembros estos últimos días solo puedo decir que me ha dado verdadero asco. Una familia que, según parece, está forrada —supongo  que a cuenta de la fortuna amasada en vida de Franco y de las canonjías y prebendas de que habrán gozado como descendientes (nietos y biznietos) del general debía mostrarse más retraída y, en todo caso, acatar sin rechistar las disposiciones legales democráticas que les afecten. Es lo menos que deberían hacer. Ya han gozado durante mucho tiempo de privilegios. A título anecdótico, lo que me ha parecido más asqueroso de ellos es que he visto en la tele que ayer se quejaban  porque les mantenían en un lugar del panteón donde ha sido reinhumado Franco sin derecho a portar un teléfono móvil (para que cumplieran con la prohibición de filmar), alguno de ellos exclamó «¡esto es una dictadura!», que manda güevos. Si no me equivoco, el exclamador fuel el nietísimo de Franco, Francis. Cada vez que le veo en la tele se me revuelven las tripas.

Y para acabar, los opinólogos de las tertulias de la radio y de la tele. En estas hay de todo, pero en algunas de ellas (no quiero ni nombrarlas) los participantes hacen gala de su falta de objetividad y mala baba criticando todas las acciones del Gobierno; haga lo que haga. Como decía antes, al Gobierno habrá muchas cosas que se le puedan criticar, y hay que hacerlo. Pero en esta ocasión creo que ha hecho lo que debía.

Por todo lo que he dicho, he sentido verdadero asquito de muchas de las cosas que he escuchado estos días. ¡Cómo somos!

23 jul 2019

LO TIENES A HUEVO, PABLO

Entre ayer y hoy (por la mañana), el Congreso de Diputados ha vivido una experiencia inédita en nuestra democracia: una sesión de investidura con muy incierto resultado (por esto es inédita), del que podría ser el próximo Presidente de Gobierno tras las elecciones generales del pasado 28 de abril. Como es sabido, las elecciones las ganó el PSOE con una mayoría minoritaria de 123 diputados (para la mayoría absoluta se necesitaban 176), o sea, las ganó con un número de diputados electos equivalente a la suma de los dos partidos de la derecha (PP y Ciudadanos). Pero, computando los otros dos partidos nacionales de los extremos (Vox, en la derecha, y Podemos, en la izquierda), y aunque la izquierda consiguió más diputados que la derecha, ninguno de los dos bloques alcanzó la mayoría necesaria. Por eso, el candidato más votado (con diferencia) Pedro Sánchez, del PSOE, no tenía asegurada su investidura como Presidente del Gobierno. Necesitaba apoyos y, por consiguiente, pactos con otras fuerzas políticas. Por eso, la investidura se presentaba interesante; no me ha defraudado.

Tras haber seguido la sesión en la tele he escuchado los consabidos comentarios de los "expertos" comentaristas o contertulios de los programas que se nutren de estos acontecimientos para justificar su existencia. A mí me parece que en ellos se dicen muchas obviedades y bastantes tonterías. Así que me he puesto a pensar en qué diría yo si un periodista me preguntara mi opinión sobre lo que he visto. Le diría lo siguiente.

En primer lugar, hablaría del candidato, Pedro Sánchez. Creo que, en general y con altibajos, ha estado bien. No hay duda de que es un buen parlamentario; o sea, tiene buen pico. Y hay que reconocer que no tiene que ser fácil aguantar lo que ha aguantado, porque todos han aprovechado para zurrarle de lo lindo, con la excepción del único diputado del Partido Regionalista de Cantabria, que se ha comprometido claramente a darle su voto. Pero, aparte de los de su  propio partido, ha sido el único. Todos los demás, incluso los que podrían representar las tendencias políticas más cercanas, han estado inmisericordes con el bueno de Sánchez; ya digo, le han dado hasta en el carné de identidad. Pero Sánchez ha aguantado bien y ha mostrado, como correspondía, su mejor cara. Por tanto, creo que ha cumplido muy bien con el papel que le tocaba: aguantar las diatribas de los demás, ofrecerse como candidato y solicitar apoyo, que en casi todos los casos se ha limitado a pedir la abstención (que le podría valer en la sesión del próximo jueves en la que solo se requiere mayoría simple).  Si tuviera que calificarle, daría una buena nota a Sánchez.

En lo puramente parlamentario, es decir, en lo superficial, daría el primer premio a Pablo Iglesias (Podemos); diría otra cosa muy distinta si me tuviera que referir al contenido de su discurso. Aunque desde hace algún tiempo su actitud política, a mi entender, deja mucho que desear, debo reconocer que hoy —como parlamentario, insisto—,  ha estado superior. Largando es un fenómeno; le ha puesto en más de un aprieto a Sánchez, y, como veía que el candidato se mostraba renuente a aceptar las condiciones del ofrecimiento de Unidas Podemos para formar un gobierno de coalición,  ha culminado su intervención espetando al candidato una amenazadora advertencia: "Sr Sánchez, si en esta ocasión no resulta investido, nunca llegará a ser Presidente del Gobierno". ¿Cómo lo habrá tomado Sánchez?

De Albert Rivera, que también ha demostrado, una vez más, tener buen pico, solo puedo decir que tiene muy mala hostia... además, con muy mal estilo. Realmente se ha convertido en un político desagradable. Con lo bien que me caía... Creo que sus últimos éxitos electorales se le han subido a la cabeza y se ha agilipollado. Pero que ande con cuidado. Es evidente que ha sobrepasado su nivel de incompetencia, por lo que a partir de ahora y si no cambia me temo que va a entrar en una tendencia descendente que, además, arrastrará a sus incondicionales, entre ellos a la inefable Arrimadas, que también ha sufrido una agilipollización preocupante. De un tiempo a esta parte  (y hoy tras finalizar la sesión) la veo repitiendo, cual lorito resabiado, las proclamas descalificadoras de su jefe Rivera. Viéndolos a los dos, juntitos en sus escaños contiguos, hablándose, tocándose, sonriéndose y evidenciando complicidad cariñosa, le hace a uno pensar si no habrá entre ellos algo más que la obvia relación como jefes de su partido, porque, si no, no se entiende el cambio en esta mujer. Ya me gustaría saber qué piensa de esto Malú.  

Sobre Santiago Abascal, que debutaba en el Parlamente, solo puedo decir que ha estado en su papel de vocero de la extrema derecha. Acojona un poco. En esta sesión no ha sido determinante, pero me temo que, con el tiempo, su partido consiga más diputados y que, como en otros países europeos,  pueda llegar a serlo. 

Y, concluyendo el repaso a los "cinco magníficos" del panorama político nacional, debo referirme a Pablo Casado. Lo he dejado para el final porque sobre él quiero decir mi "ocurrencia", que creo que puede ser lo más sustantivo de este escrito. Decir que es un muy buen parlamentario no es nada original. Un piquito de oro, es el chaval. Lo malo es que habla mucho y bien, pero dice poco. Es lo que ha hecho en su intervención. Pero podría mejorar sustancialmente su participación en el acto político que me ocupa si hace lo que diré a continuación.

Hoy mismo, antes de que acabe la jornada, debería hacer unas declaraciones a la prensa anunciando que, "a la vista de cómo ha transcurrido la sesión de investidura; de que el candidato no ha tenido, prácticamente, ninguna adhesión a su candidatura; de que, por tanto, la indeseable repetición de las elecciones no resultaría conveniente para la sociedad española; y, lo peor, de que el candidato Sánchez, en su delirio por conseguir el poder, podría decantarse por prometer indeseables concesiones a los enemigos de España, o sea, a los comunistas y separatistas... Por todas estas cosas el Partido Popular, como principal partido de la oposición, en la votación del próximo jueves dará su apoyo al candidato Sánchez, mediante la abstención. Es un sacrificio que el PP hace ¡por España!". Más o menos así debería ser su declaración.

Aunque lo digo con algo (bastante) de coña, creo que es lo mejor que podría hacer el bueno de Pablo. Adornando el asunto y aleccionando a sus voceros habituales, podría quedar como un patriota de altura. Rivera, que no se lo espera, se retorcería de rabia.

Pero lo tendría que hacer hoy... y queda muy poco tiempo. ¡Venga, Pablo!

22 may 2019

ALBERT RIVERA


Ya dije en mi anterior entrada ELECCIONES GENERALES 2019 que Albert Rivera me había decepcionado, especialmente por cómo había gestionado la campaña electoral en las elecciones del 28 de abril pasado. Ahora, por lo que le estoy viendo en la de las próximas elecciones (próximo domingo), me temo que mi decepción va en aumento; en realidad, de haber sentido decepción he pasado a tener manía a este político catalán. Me explicaré.

Sus credenciales

Como es sabido, Rivera inició su andadura política pública como líder del partido "Ciudadanos" (del que fue fundador), como beligerante respuesta política a las iniciativas secesionistas del independentismo catalán; sus inicios como cargo electo fueron en 2006 en el Parlament de Catalunya y en 2015 obtuvo el acta de diputado en las Cortes Generales de España. Según alguna información (sin contrastar), parece que previamente había tenido alguna vinculación con Nuevas Generaciones del PP, aunque no está claro que hubiera militado en ese partido.

Por otro lado, en sus comparecencias públicas de proyección nacional se autodefinía de "centro", situándose entre los dos partidos políticos que hasta hace unos pocos años ocupaban, casi exclusivamente, el escenario político español: en la derecha el PP, y en la izquierda el PSOE. En esa posición fue muy crítico con los citados partidos por los casos de corrupción que ambos protagonizaron, mostrándose como alternativa regeneradora.

Resumiendo, los rasgos principales del perfil político de Rivera han sido:
  • Beligerancia con el nacionalismo catalán
  • Posicionamiento en el "centro" político, entre el PP y el PSOE
  • Regeneración de la política o lucha contra la corrupción
Por otra parte, hay que decir que Rivera —joven (actualmente, 40 años) y guaperas— ha dado la impresión de que es una persona inteligente, a la vez que ha hecho gala de una gran fluidez verbal, lo que le ha permitido que sus discursos políticos resulten de gran brillantez.

Con estas condiciones y la ayuda de su equipo (en el que destaca Inés Arrimadas), Rivera ha conseguido, tanto en el Parlament como en el Congreso, hacerse con una importante presencia y que en este momento ocupe el tercer lugar de los partidos políticos en el Congreso de Diputados (a corta distancia del PP), autoproclamándose "jefe de la oposición".  O sea, hasta ahora, ha tenido una trayectoria política vertiginosa y brillante… y parece que quiere seguir ascendiendo.

Su actual estrategia

Está claro que de un tiempo a esta parte ha cambiado de forma notoria su estrategia política. Ha abandonado el "centro" y se ha escorado a la derecha, mostrando sin disimulo su objetivo de reemplazar al PP como principal partido de la derecha de España. Para mí, este ha sido un gran error, porque, aunque pudiera conseguir superar al PP, de nada le va a servir en sus aspiraciones para ser Presidente del Gobierno, ya que va a tener una importante sangría de votos por el centro y por la izquierda. Es mi predicción.
No sé si, como se dice ahora, sorpasará al PP, aunque no lo veo muy difícil a la vista de la endeblez política e intelectual de Pablo Casado (actual líder del PP), pero de lo que no tengo dudas es de que, si mantiene —como se evidencia en estos días— el duro e inmisericorde discurso contra el PSOE que viene exhibiendo desde la pasada campaña de las Generales, no tiene nada que hacer. Porque a mí me parece que, en el momento en que estamos, en el electorado español las mayorías se consiguen ocupando el centro y evidenciando, principalmente, sensatez y moderación, dejando para los que ocupan los extremos la agresividad, la descalificación y el insulto. Está bien mostrarse contundente y convencido de las propias ideas o, mejor, de las fórmulas de gobierno de cada cual, pero no creo que la acidez y la permanente beligerancia sean un buen reclamo para conseguir la adhesión de la mayoría de votantes.

Por el comentado escoramiento y por el endurecimiento de su discurso le estoy cogiendo manía al bueno de Albert.

Y, por otra parte, en relación con el conflicto catalán y si aspira al gobierno de España, tiene que despojarse de su agresividad y mostrarse más dialogante, sin que esto suponga abdicar de sus convicciones y sin que represente debilidad. Ya todos sabemos de sobra que está en contra del independentismo, o sea, que es un aguerrido defensor de la unidad de la nación; por eso no tiene necesidad de estar proclamándolo permanentemente. Lo que debe saber es que un jefe de gobierno (a lo que aspira) tiene que afrontar los problemas con más inteligencia y que no puede mostrarse como un vulgar hooligan futbolero, manifestando, en cuanto tiene ocasión, de forma ácida, abrupta y desconsiderada, su beligerancia contra los políticos independentistas. Al fin y al cabo, estos son representantes elegidos por ciudadanos de la nación a la que aspira gobernar, y en democracia todas las ideas tienen cabida (siempre que se respete la Ley).

Me parece que su beligerancia inmisericorde con los políticos catalanes que están siendo enjuiciados actualmente es absurda y excesiva. Sin ir más lejos, ayer, en la sesión constitutiva del Congreso de Diputados, se destacó pidiendo medidas contra los políticos catalanes en prisión provisional que acudieron a recoger sus actas. Se quedaría muy a gusto, pero creo que se pasó. Los políticos contra los que arremetió llevan en prisión más de año y medio sin haber sido condenados aún y sin haber sido acusados de un "golpe de estado", como incorrectamente suele decir Rivera. Puede que este tipo de actitudes complazcan a los sectores más a la derecha y a los ultranacionalistas españoles, pero creo que, en general, le va a costar caro en términos electorales, sobre todo en Catalunya, como quedó evidenciado en las pasadas elecciones Generales y me temo que se evidenciará en las elecciones del próximo domingo. Ahora bien, si lo que quiere es demostrar que es el patriota español más gallito o chulito, puede que algunos le reconozcan tal distinción. A mí no me gusta.  

Rivera tiene que asumir que, por lo que tengo entendido, en Catalunya hay una clara mayoría social que está a favor de un referéndum sobre la posibilidad de independencia, que, según dicen, ahora no es legal, pero que podría serlo si las leyes se cambiasen o tuvieran otra interpretación; y, además, tiene que saber que no todos los que están a favor del referéndum tienen intención de votar a favor de la independencia. Supongo que debe saber que, como ya he dicho en alguna entrada anterior, los catalanes son muy suyos y lo que quieren es tener la capacidad de decidir por ellos mismos. Y para contrarrestar esa tendencia o se usan razones o, si no, la fuerza. Y esta puede no ser muy aconsejable en estos tiempos en el espacio geopolítico en que estamos.

Así que por la rigidez de sus planteamientos antiindependentistas y por su ácida agresividad permanente hacia los políticos catalanes que están siendo enjuiciados, también le he cogido manía al Sr Rivera.

Estoy seguro de que Rivera, como antinacionalista catalán, habrá tenido muchos problemas en su tierra (Catalunya). Creo que el comercio de sus padres ha sufrido algún atentado o pintada, supongo que él habrá soportado insultos y cosas peores (creo que, incluso, alguna amenaza de muerte), que habrá padecido ofensas de todo tipo, etc., todo lo cual no tiene justificación y es totalmente rechazable. Es la consecuencia de la fractura social que está sufriendo Catalunya, en la que los salvajes encuentran terreno abonado para sus salvajadas. Pero él, como político destacado, lo que tiene que hacer es pedagogía para rebajar la tensión, o sea, articular un discurso y mostrar una actitud política que contrarreste la de los líderes independentistas para, así, convencer a los ciudadanos, especialmente a los catalanes, de su mensaje prounionista, procurando resaltar los aspectos positivos y tratando de evitar crispación a la sociedad. A mí me parece que es su obligación como presidente del partido más votado en las últimas elecciones al Parlament. Si no está dispuesto a cumplir con esa obligación o no sabe, lo mejor que puede hacer es dedicarse a otra cosa… o solicitar el alta en Vox. Si hace esto último me vendría bien, porque así podría justificarme por la manía que le he cogido.
- - - - - - - - - - - -
COMENTARIO ULTERIOR (26-06-2019): En las últimas semanas (después de haber publicado este post), Albert Rivera ha tenido que enfrentarse a serios desencuentros con varios personajes importantísimos de su formación política y con algún otro personaje relevante cercano ideológicamente a ella, que han criticado duramente la gestión de Rivera -ya comentada en el post- en los últimos meses. Como consecuencia, el partido ha tenido varias dimisiones de notables. Todo hace pensar que en Ciudadanos gravita el riesgo de una fractura interna. Y todo por el negativo cambio de rumbo político que, como comenté en el post, ha experimentado el líder de Ciudadanos. Lo puede tener difícil. 
- - - - - - - - - - - -
OTRO COMENTARIO ULTERIOR (11-11-2019): En las Elecciones Generales celebradas ayer, el partido de Rivera, Ciudadanos, ha sufrido un descalabro histórico (en España, solo superado por el de la UCD en 1983). En las anteriores elecciones (abril 2019), Ciudadanos había conseguido 57 diputados y ahora se ha quedado en 10; o sea, ha perdido 47 escaños que equivalen al 82,5% de los que tenía. Y todo por la ridícula, absurda y deplorable actuación de Rivera al no mostrarse dispuesto a apoyar al PSOE -en un gobierno de coalición o con cualquier otra fórmula- tras las elecciones del 28 de abril de 2019. Está claro que se comportó como un perfecto gilipollas; lo de ayer se lo mereció. Esta mañana ha presentado su dimisión como presidente de Ciudadanos; también ha dicho que abandona la política. Esta vez ha hecho lo que debía.


22 abr 2019

ELECCIONES GENERALES 2019


Como ha ocurrido en vísperas de elecciones pasadas, he mantenido una charla con Listo (en realidad, es un listillo) sobre las del próximo 28 de abril.

Listo: Aúpa, Julio; tenía ganas de hablar contigo para conocer tus impresiones sobre lo que nos espera en las elecciones del 28A.

Julio: A ver, ¿qué es lo que te interesa?

L: Pues, obviamente, resolver la incógnita de quién va a ganar o, mejor dicho, quién gobernará a partir del próximo día 29.

J: ¡Jo, Listo! Es la pregunta de moda, se la hace todo dios. No has sido muy original que digamos. Pues, la verdad, n.p.i., como todos. Si me preguntas alguna otra cosa puede que te diga algo que te sirva. A ver, piensa…

L: Vale, tú tampoco has sido muy original, ¿eh? Pero, ya que te ofreces, dime algo sobre los que lideran los diversos partidos que se presentan. Empecemos por el que, según dicen, tiene más posibilidades: Pedro Sánchez. ¿Qué opinas de él?

J: Acabo de leer su libro Manual de resistencia, que me ha parecido un ejercicio de autoexaltación de su "figura" política. Según él, es el puto amo. Además de hacer todo bien, su estrategia y su pensamiento político —de lo que habla profusamente en el libro— son los acertados, dejando muy claro que los que no están de acuerdo con él están muy equivocados…

L: Perdona que te interrumpa, Julio, pero esto último es lo mismo que, sobre ti mismo, crees tú. ¿Le has copiado o qué?

J: No empecemos, listillo, que te veo venir. Te quería decir que le he notado muy crecido. Haber llegado a donde ha llegado —presidente del Gobierno— le ha proporcionado un subidón de aúpa. Si a eso sumamos el que en todas las encuestas el PSOE aparece como el partido con mayor intención de voto con diferencia, es comprensible que el bueno de Sánchez esté levitando. Pero a mí no acaba de convencerme. Le veo como a ti, un listillo. No sé, no sé…

L: Hombre, listo sí es. Si no, no estaría donde está.

J: Pues sí. Pero los que se ensalzan a sí mismos como él lo hace me ponen en guardia por aquello de "dime de qué presumes y te diré de qué careces". Así que me tiene mosca. No creo que le vote.

L: Bueno… Y de Pablo Casado, ¿qué opinas?

J: Otro listillo. La irrupción de Vox parece que le va a quitar clientela a su partido, el PP, y para contrarrestar esa tendencia ha endurecido el discurso. Se ha puesto muy duro contra Sánchez; realmente, le ha dicho de todo, y nada bueno. En todos los discursos que le he visto, sobre Sánchez —al que, obviamente, considera su adversario principal— repite su letanía de que es el amigo de Otegi, de los separatistas, de los comunistas; o sea, de los enemigos de "su" España. Él sabrá, pero a mí no me gusta esa dialéctica. Ni de coña le votaría.

L: Ya lo sabía. ¿Y Pablo Iglesias?

J: En algún otro sitio de este blog ya he dicho que me ha decepcionado; esperaba más de él pero se me ha quedado en promesa. Y creo que a mucha gente le ha pasado como a mí. Así que tampoco le veo con muchas posibilidades.

L: ¿Qué me dices de Albert Rivera?

J: Pues es el que más me ha decepcionado. Porque este me gustaba mucho, pero se ha enrocado en el sinsentido de decir que de ningún modo pactará con Sánchez, a la vez que reiteradamente se  ha ofrecido a colaborar con el PP en el gobierno si, tras el recuento de votos, los números lo permiten. Es decir, se ha escorado, sin necesidad, claramente a la derecha. Puede que en él, como en Casado, haya influido la irrupción de Vox, pero, sea por lo que sea, creo que ha cometido un gravísimo error.

Su partido, Ciudadanos, además de por su beligerancia contra el nacionalismo catalán, nació como una opción de centro entre el PP y el PSOE —protagonistas de los graves episodios de corrupción política que todos conocemos—, y esto, a mi entender y creo que al de muchos, revestía a su partido de un aura de regeneración política y de moderación, como seria alternativa a las dos tendencias (izquierda y derecha) que han ostentado el poder político en España durante el actual periodo democrático.  Pero, como te he dicho, inexplicablemente se ha reconvertido en derechona en un momento que, por la polarización de la política en España —a lo que ha contribuido claramente Vox—, podría ser ideal para una opción de centro. Así que no le votaré.

L: Y para acabar, ¿qué te parece Santiago Abascal?

J: Sin entrar en exquisiteces analíticas, podría decirse que el rasgo más acusado de su formación política, Vox, es el nacionalismo español. Y, curiosamente, su auge ha sobrevenido por su beligerancia hacia sus "correligionarios" nacionalistas catalanes, y, aunque no lo diga, basando su proyecto político en el contenido del viejo eslogan franquista "una, grande y libre". Así, se ha apropiado de la bandera de España como distintivo clave de sus intenciones. Y ya sabes, listo, yo no soy muy de banderas. No le votaría ni aunque me pagaran.

L: Total, que no vas a votar, ¿o sí?
J. Pues no sé. Creo que es necesario votar, pero no lo tengo claro. Si, tras ver los debates (entre los cuatro primeros) que van a dar en la tele hoy y mañana, se me aclaran las ideas ya te diré... Bueno, Listo, te voy a decir la verdad. Me jode votar a cualquiera de los cinco de que te he hablado porque son unos txorbitos; el más carroza de ellos es Sánchez, al que le saco ¡27 años! O sea, podrían ser mis hijos (incluso, alguno mi nieto). Antes, al menos estaba Rajoy, que, aunque más joven que yo, tenía más de 60 tacos; pero desde que se ha retirado, está claro que mi generación ¡ha pasado a la reserva! Comprenderás que esta evidencia de que me he hecho viejo me joda, ¡y mucho!
Por cierto, espero que tú votes, ¿eh?


8 abr 2019

LA EUTANASIA


En un post de hace casi un año que titulé LOS LÍOS DE LOS POLÍTICOS ya alertaba de que tendríamos bronca política a cuenta de la eutanasia. Ya ha empezado. El detonante ha sido la reciente noticia de que una enferma terminal se ha suicidado con la ayuda de su marido (ambos aparecen en la foto). Hace ya más de 10 años, el caso de Ramón Sampedro, que Amenábar trató maravillosamente en la peli MAR ADENTRO, ya generó mucha polémica sobre esta cuestión, aunque, por lo visto, no sirvió para que se adecuara nuestra legislación a lo que se podría denominar «muerte digna», que, en mi opinión, es un incuestionable derecho que nos corresponde a todos.

María José Carrasco  y su esposo Ángel Hernández

Realmente, ambos casos no han sido de eutanasia, sino de lo que se denomina, creo, suicidio asistido. Pero, para lo que me trae aquí, es igual. Porque la eutanasia y el suicidio asistido —acciones, como es sabido, castigadas por nuestro Código Penal— y alguna otra variante similar de la que resulte la muerte, con su consentimiento, de una persona en estado terminal o con algún padecimiento incurable y doloroso, requieren ser tratadas en nuestro ordenamiento jurídico, reitero, como un derecho de las personas.

Obviamente habrá que regularlo estableciendo los protocolos que deben cumplirse a fin de evitar que actos homicidas se camuflen en tal derecho. No creo que sea difícil. Según dicen, algunos partidos ya han anunciado que incluirán en su programa electoral legislar sobre ello. Unos lo defienden sin ambages; otros a medias tintas, y algún otro se ha mostrado totalmente contrario.

Pues si, tras las próximas elecciones, gobiernan los primeros, espero que en las primeras semanas de su gobierno propongan el proyecto de ley para regular este asunto a fin de que se legisle con urgencia. Si los que gobiernen son los que no son partidarios del derecho a la muerte digna inducida (eutanasia o suicidio asistido), no se les puede exigir que legislen para ello; pero si, por esta razón y como suele ocurrir con los temas espinosos, se produce un ácido y agrio debate social, creo que el gobierno debería someterlo a referéndum; o sea, al criterio mayoritario del conjunto de ciudadanos.

Como ya he dicho, espero que pronto se regule. Creo que para las personas que, como en su día Sampedro y recientemente la señora que se suicidó en Madrid con la ayuda de su esposo, vimos o hemos visto en la tele en su lecho en un penoso estado de padecimiento por su incapacidad y sufrimiento, sin ninguna posibilidad de curación ni de simple mejora, sin el mínimo atisbo de esperanza, lo mejor que les pudo pasar es que tuvieron a su lado a quienes se arriesgaron a una condena por ayudarles a morir. Porque la muerte, en esos casos, es una solución. Nadie debería verse obligado a vivir —si así se le puede llamar a lo que nos ocupa— en las condiciones de los casos comentados. O sea, sufriendo y haciendo sufrir a sus más próximos; eso no es vida.

Entre la eutanasia y el suicidio asistido, yo preferiría la primera. Es decir, si me viera en la circunstancia prefiero dejar en manos de los médicos el método y momento para dar el paso al «otro barrio». Tener que ingerir un veneno, tirarme por la ventana y cosas así me parecen una ordinariez; puede que resultara más épico, pero no va conmigo. Ahora bien, si no hay más remedio…

- - - - - - -

COMENTARIO ULTERIOR (17-12-2020): Hoy, por fin, en el Congreso de Diputados, con la oposición del PP y Vox, se ha aprobado el proyecto de ley de regulación de la eutanasia. Me he alegrado; más vale tarde que nunca.