4 feb 2019

MADURO

El pasado jueves 30 de enero el Parlamento Europeo aprobó por una clara mayoría (439 votos a favor, 104 en contra y 88 abstenciones) una resolución por la que se reconocía a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Con ese «respaldo», el Gobierno de España ha hecho lo mismo, porque Maduro no ha hecho caso al ultimátum que Pedro Sánchez —muy digno él— se permitió, instando al presidente de Venezuela a que convocara rápidamente (le dio un plazo de 8 días) elecciones presidenciales «justas y transparentes».

Pero, ¡ojo!, antes, el 23 de enero, Trump desde su despacho oval, con la seguridad y contundencia que le caracteriza, se había pronunciado sobre este grave asunto con una escueta declaración (un par de párrafos) en el mismo sentido, reconociendo al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, como presidente interino de aquella nación, aduciendo que   "El pueblo venezolano ha hablado de forma valiente contra el presidente Maduro y su régimen".

Para mí está claro: Trump ha marcado la ruta a los países europeos y, por tanto, a España. Porque es difícil creer que el Parlamento Europeo —y después España—se hubiera atrevido a hacer lo que ha hecho si el poderosísimo aliado americano no hubiese mostrado de forma categórica y «ejemplarizante» su hostilidad y rechazo a Maduro.
  
Y a Sánchez, como a Aznar en 2003 cuando se cometió el horrendo y mayúsculo crimen de Iraq, le ha faltado tiempo para sumarse a la coalición internacional capitaneada por USA, en este caso contra Maduro. Porque, insisto, no creo que, si el proceso de reconocimiento a Guaidó no hubiera partido de quien partió (Trump-USA), nunca se habría atrevido a dar el paso que ha dado. Como muchos están diciendo, hay buen número de países con los que España mantiene relaciones diplomáticas y comerciales en los que no se dan las mínimas condiciones democráticas, sin que, aparentemente, afloren escrúpulos democráticos en nuestro Gobierno. 


A mí, desde la distancia y por lo que aquí se dice de él, no me gusta nada Maduro. No solo porque me parece un tipejo histriónico y bocazas, sino, sobre todo, porque, si es verdad lo que por aquí se dice de la situación económica de Venezuela, se deduce que su gestión es calamitosa para los ciudadanos. Pero, como no tengo información directa, no estoy seguro de que Maduro y lo que pasa en Venezuela es, realmente, como nos lo pintan aquí. O, dicho de otro modo, no sé si la difícil situación de aquel país es responsabilidad exclusiva de Maduro o hay otras fuerzas internas y, lo peor, externas que están incidiendo en aquel país para desestabilizarlo económica y políticamente. 

Lo que sí creo es que USA y sus adláteres (UE-España) no deberían tener vela en ese entierro; o sea, no deberían entrometerse de forma tan directa y contundente en un Estado soberano . Está bien que los gobiernos de los estados libres y democráticos —como son la UE y USA— presionen a los gobernantes en los que se evidencia una antidemocrática y deficiente gestión para sus ciudadanos. Supongo que hay fórmulas para presionar y hacerlos desistir, pero de ahí a decidir sobre la sustitución, a la brava, de su presidente hay una gran, grandísima, distancia. En mi opinión, no tienen derecho.

Ayer vi la entrevista que le hizo el periodista televisivo Jordi Évole a Maduro. Fue una entrevista dura y larga. No sé cuántos de los dictadores que existen en el planeta, con los que USA, la UE y España mantienen unas respetuosas relaciones, se hubieran atrevido a esto. Maduro lo hacía por segunda vez con el citado Évole, que no es fácil de torear en estas lides. Y el presidente Maduro, contestó a todo lo que le preguntó el periodista. Entre las cosas que dijo,  comparó su situación con la que tuvo Gadafi cuando fue derrocado y asesinado por las potencias extranjeras que invadieron, con tal fin, Libia. 

A Sánchez le puso a caldo, y no era para menos. Porque Pedro Sánchez, como Aznar en 2003 con lo de Iraq, está claro que se ha doblegado a lo que él considerará «intereses de Estado» por las presiones que, directa o indirectamente, seguro que habrá recibido de USA. Lo de Iraq fue terrible (en más de una ocasión he dicho aquí que fue el mayor crimen que hemos contemplado los de mi generación), por lo que Aznar durante toda su vida deberá llevar «la cruz» de la foto de las Azores. Ya veremos si Sánchez tendrá que soportar también —como vaticinó ayer Maduro— durante toda su vida su parte de responsabilidad en lo que pueda pasar en Venezuela. Y puede pasar de todo… y todo muy malo.