24 dic 2015

TRAS LAS ELECCIONES


¡Lo que nos espera...! El resultado de las elecciones del 20D nos ha dejado un incierto panorama político. Resulta inútil hacer pronósticos sobre cómo se podrá formar gobierno o sobre si habrá que convocar nuevas elecciones; realmente, la cosa está más que difícil.

Como si tuviésemos poco con la incertidumbre que dejaron las elecciones catalanas del pasado 27 de septiembre (a fecha de hoy no sabemos qué va a pasar), ahora, tras las Generales, en España entramos en un periodo de 2 o 3 meses en el que los políticos nos van a marear con sus propuestas, rechazos, contrapropuestas, acusaciones, ocurrencias y todo tipo de planteamientos de solución —o sea, de pactos—  de lo que los únicos que van a salir beneficiados son los medios de comunicación y sus asiduos "politólogos", que, por el lío que se ha formado, van a tener mucho, muchísimo, de qué hablar en sus tertulias especulativas; es decir, van a poder competir con los políticos en ocurrencias.


Listo: Hablando de ocurrencias, Julio, ¿qué crees tú que va a pasar?
Julio: Ni puta idea, Listo, pero ya que quieres oír ocurrencias, te diré las mías al respecto.
L: Ya sabía que ibas a entrar al trapo. A ver, ¿van a formar gobierno o habrá nuevas elecciones?

J: Para responder a esta pregunta hay que tratar de ponerse en la piel de los principales candidatos de las dos fuerzas que han obtenido mayor número de votos, es decir, de Rajoy y de Sánchez, para intentar saber cómo ven ellos la posibilidad de enfrentarse, de nuevo, al proceso electoral y, más concretamente, a ¡una nueva campaña electoral!
L: Querrás decir para saber cómo prevén ellos el resultado de esas nuevas elecciones, ¿no?
J: No, he dicho bien; en lo que piensen sobre tener que enfrentarse a una nueva campaña está la clave. Porque supongo que a estos dos, sobre todo a Rajoy, el mero hecho de pensar que tienen que pasar de nuevo por las dos semanas de la nueva campaña les tiene que acojonar. Y lo entiendo; porque me parece que la campaña electoral para los principales candidatos es un martirio. Sí, sí, un martirio y de los más duros. Más en estos tiempos en los que los medios de comunicación los persiguen incansablemente, los obligan a entrevistas y debates, les critican cualquier cosa que dicen, etcétera. Y no digamos nada de los intensos viajes, mítines, baños de multitud y todas esas cosas a que se ven obligados. Y, para rematar, los riesgos que corren (¡que se lo digan a Rajoy!). Reitero, un martirio. Así que creo que, especialmente en el caso de don Mariano, por nada del mundo querrá que se celebren nuevas elecciones. Y esto es algo a tener muy en cuenta a la hora de pronosticar.
L: ¿Y Sánchez?, ¿tampoco querrá nuevas elecciones?
J: Tampoco creo que le haga mucha gracia, aunque en su caso puede que pese más el temor al resultado que la tarea de la campaña. Si bien, pienso que, aunque no lo pueda decir, tema también que, si en la anterior le "dieron" a Rajoy, pueda haber algún otro energúmeno salvaje que quiera vengar al gallego atentando de cerca contra él. Si yo fuera Sánchez, no desdeñaría tal posibilidad. Así que, para el pronóstico, a mi modo de ver, Sánchez también intentará por todos los medios que no haya nuevas elecciones.
L: ¿Y Rivera e Iglesias?
J: Estos son más jóvenes y vigorosos; puede que no les espante tanto enfrentarse a unas nuevas elecciones y a la consiguiente campaña. Se dice que Podemos podría mejorar el resultado; sobre Ciudadanos las previsiones no son claras. Pero como la decisión sobre las nuevas elecciones la tienen los dos principales partidos, PP y PSOE, lo de los otros dos no me parece determinante para la cuestión de si habrá o no que ir de nuevo a las urnas.
L: Entonces, si, según dices, la decisión la tienen Rajoy y Sánchez, ¿crees que se pondrán de acuerdo para coaligarse?

J: Pues es muy difícil. Rajoy lo quiere, pero Sánchez ya ha dicho que ni de coña. Algunos creen que este se va a desdecir; parece que le están presionando mucho, incluso desde su propio partido, pero creo que resistirá las presiones. Además, supongo que sabe que si apoya a Rajoy (aunque sea con la abstención) quedará fatal, después de haberle llamado nada menos que "indecente" ante casi 10 millones de españoles. No puede; antes dimitiría, que no deja de ser una opción, aunque creo que optará por otras soluciones.

L: ¿Otras soluciones? ¿Aliarse con Podemos y con el resto de la izquierda, incluida la independentista?

J: No creo que le dejen en el partido. Lo de Cataluña pesa mucho, y Podemos parece que está firme con lo del referéndum. No, aunque a mí me gustaría, como mal menor, no creo que sea posible que Sánchez forme gobierno.

L: Joder, pues tú dirás qué otras soluciones hay.

J: Una coalición PP, PSOE y Ciudadanos, en la que Rivera sea el presidente, Soraya, vicepresidenta y se repartan las carteras en proporción a los resultados. Y Rajoy y Sánchez a dedicarse a gestionar sus respectivos partidos hasta que les sustituyan en los congresos que se celebrarán. O sea, castigados sin recreo y de rodillas contra la pared, por haber sacado mal resultado electoral, aunque ellos dirán que es un sacrificio "por España".


L: ¿Y tú crees que Rajoy o el PP pueden aceptar eso, después de haber sido ellos los «ganadores» de las elecciones?
J: Pues lo aceptan o, de lo contrario, a nuevas elecciones. Y ya te he dicho que para Rajoy eso sería lo peor, con diferencia, de lo que le podría pasar. Haciendo las cosas como he dicho, él —y con él su partido, el PP— podría vender su renuncia como un acto de generosidad política y de patriotismo que, de cara al futuro, podría dar sus frutos al partido. Por otro lado, A Rajoy le veo un poco harto de la política; lo ha sido todo y lo que le esperaría de continuar en la primera línea seguro que no le resultaría agradable. Por otro lado, ya puede decir que ha ganado dos elecciones generales consecutivas, como Felipe, Aznar, y ZP, aunque en esta segunda, con la solución que he comentado, el PP sólo podría gobernar "parcialmente".
L: Para el PSOE, no parece una mala solución; para Sánchez, sí.
J: Sánchez ha obtenido un mal resultado, aunque, a mi entender, no lo ha sido tanto porque es la primera vez que el PSOE se ha encontrado con un competidor muy fuerte, como ha sido Podemos, invadiendo su espacio político (la izquierda). Pero parece que tiene contestación dentro del partido y le quieren mover la silla. Así que sus coleguis le pueden "invitar" a que retome su vida profesional privada, y den paso a otro nuevo líder (o lideresa) que compita con Soraya en las próximas elecciones (anticipadas, dentro de unos 2 años). Para el partido, es la única forma de poder entrar en un gobierno de coalición sin retractarse de lo que han dicho del PP y Rajoy. También lo podrán "vender" como un acto de responsabilidad patriótica.
L: Supongo que a Rivera le gustará la idea, ¿no?
J: Pues sí y no. Sí, porque ser presidente del gobierno es algo muy importante, sobre todo, para un hombre joven como él; no, porque, como de tonto no tiene un pelo, sabe que le putearían inmisericordemente, tanto los del PP como los del PSOE, y no digamos desde la oposición. Por eso, la legislatura no duraría mucho y se podría quemar de cara al futuro de su carrera política. Pero, como es un tipo valiente, creo que aceptaría el riesgo; por otro lado, si los otros dos partidos de la hipotética coalición se lo proponen como única solución para salvar la difícil situación postelectoral, no podría decir que no, mucho menos después de haber sido él el primero en proponer esta coalición (aunque no se haya postulado para presidirla).
L: Resumiendo, Julio: Según tú, Rivera, presidente; Soraya, vicepresidenta (que ya tiene experiencia); los ministros, del PP, del PSOE y puede que alguno de Ciudadanos, los primeros con las carteras más importantes... y asunto arreglado. No sé, no sé.
J: Yo tampoco, pero como había que decir algo... pues ya está.
L: Que pases buena noche, Julito, y tómate un güisquito a mi salud.
J: Cuenta con ello, listillo. ZORIONAK!!!

1 dic 2015

¡CLARO!


Generalmente, esta interjección se utiliza para significar que se está muy de acuerdo con lo que ha dicho otro, normalmente interlocutor del que la pronuncia. Por ejemplo, si alguien que me escucha dice ¡claro! cuando yo digo “el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos”, lo que debo entender es que está de acuerdo con la ecuación expresada por mí. Vale, pero a veces también se quiere dejar claro algo más, que es a lo que me voy a referir.

Al decir con rotundidad ¡claro! en la situación comentada, el que lo dice lo que puede querer manifestar es que ya conocía, de sobra, el teorema de Pitágoras sin necesidad de que yo lo expusiera. Y si acompaña la interjección con un gesto apropiado, lo que está transmitiendo a quienes le escuchen es que lo que he dicho es más que evidente. Más aún, si a la interjección le sigue, tras una ligera pausa, el vocativo, adornándose con un gesto que exprese conmiseración, por ejemplo “¡Claro!... Julio”, se me está diciendo que no sea capullo; que lo que he dicho, por evidente y conocido, resultaba innecesario.

Así que el ¡claro!, además de su inocente uso para adherirse a lo dicho por otra persona, tiene otras utilidades más, digamos, puñeteras:
  • Una, para jactarse del conocimiento sobre el objeto o asunto de que se habla.
  • La otra, para reprender o reconvenir cariñosamente al interlocutor por decir, por evidente, lo innecesario.

Pero lo malo de la utilización en su versión puñetera del ¡claro! es que, en muchas ocasiones, resulta engañosa, especialmente cuando, sobre todo en el primer caso —para jactarse de conocimiento—,el que lo utiliza lo que realmente quiere es que no se note su ignorancia sobre lo que su interlocutor ha dicho. O sea, que cuando debía haber dicho “no tengo (o tenía) ni puta idea”, que es algo muy saludable y noble, lo que dice es ¡claro!, queriendo dar a entender “yo también lo sé”. A mí esto me molesta bastante.

Y lo peor es que esta utilización del ¡claro! como recurso o triquiñuela para disimular la ignorancia es muy frecuente. Aunque hay quien es muy eficaz en el disimulo, es decir, en que no se note la equivalencia del ¡claro! con “no tenía ni puta idea sobre lo que has dicho”, en la mayoría de los casos se puede notar la suplantación. Si el que lo intenta desvía la mirada cuando pronuncia la interjección que nos ocupa, o sea, cuando lo dice sin mirar a los ojos del interlocutor al que se dirige, hay que interpretar que está disimulando su ignorancia; me atrevería a decir que en el 90 por ciento de los casos se acierta con esta interpretación.

Por el contrario, si el que dice el ¡claro! lo hace mirando fijamente a su interlocutor con un inequívoco y contundente gesto de afirmación hay que interpretar que no está disimulando; en todo caso, lo que está haciendo es un sincero uso puñetero de la interjección, en cualquiera de las dos modalidades a que antes me he referido.

Para terminar, debo confesar que todo lo dicho vale para cuando el dicente del ¡claro! es varón; las mujeres tienen registros y recursos retóricos que se escapan a mi comprensión, así que no sé si todo lo anterior se puede aplicar a las féminas. Lo único que puedo decir es que tengo la impresión de que el ¡claro! es utilizado muchísimo más por ellas que por nosotros.