22 abr 2019

ELECCIONES GENERALES 2019


Como ha ocurrido en vísperas de elecciones pasadas, he mantenido una charla con Listo (en realidad, es un listillo) sobre las del próximo 28 de abril.

Listo: Aúpa, Julio; tenía ganas de hablar contigo para conocer tus impresiones sobre lo que nos espera en las elecciones del 28A.

Julio: A ver, ¿qué es lo que te interesa?

L: Pues, obviamente, resolver la incógnita de quién va a ganar o, mejor dicho, quién gobernará a partir del próximo día 29.

J: ¡Jo, Listo! Es la pregunta de moda, se la hace todo dios. No has sido muy original que digamos. Pues, la verdad, n.p.i., como todos. Si me preguntas alguna otra cosa puede que te diga algo que te sirva. A ver, piensa…

L: Vale, tú tampoco has sido muy original, ¿eh? Pero, ya que te ofreces, dime algo sobre los que lideran los diversos partidos que se presentan. Empecemos por el que, según dicen, tiene más posibilidades: Pedro Sánchez. ¿Qué opinas de él?

J: Acabo de leer su libro Manual de resistencia, que me ha parecido un ejercicio de autoexaltación de su "figura" política. Según él, es el puto amo. Además de hacer todo bien, su estrategia y su pensamiento político —de lo que habla profusamente en el libro— son los acertados, dejando muy claro que los que no están de acuerdo con él están muy equivocados…

L: Perdona que te interrumpa, Julio, pero esto último es lo mismo que, sobre ti mismo, crees tú. ¿Le has copiado o qué?

J: No empecemos, listillo, que te veo venir. Te quería decir que le he notado muy crecido. Haber llegado a donde ha llegado —presidente del Gobierno— le ha proporcionado un subidón de aúpa. Si a eso sumamos el que en todas las encuestas el PSOE aparece como el partido con mayor intención de voto con diferencia, es comprensible que el bueno de Sánchez esté levitando. Pero a mí no acaba de convencerme. Le veo como a ti, un listillo. No sé, no sé…

L: Hombre, listo sí es. Si no, no estaría donde está.

J: Pues sí. Pero los que se ensalzan a sí mismos como él lo hace me ponen en guardia por aquello de "dime de qué presumes y te diré de qué careces". Así que me tiene mosca. No creo que le vote.

L: Bueno… Y de Pablo Casado, ¿qué opinas?

J: Otro listillo. La irrupción de Vox parece que le va a quitar clientela a su partido, el PP, y para contrarrestar esa tendencia ha endurecido el discurso. Se ha puesto muy duro contra Sánchez; realmente, le ha dicho de todo, y nada bueno. En todos los discursos que le he visto, sobre Sánchez —al que, obviamente, considera su adversario principal— repite su letanía de que es el amigo de Otegi, de los separatistas, de los comunistas; o sea, de los enemigos de "su" España. Él sabrá, pero a mí no me gusta esa dialéctica. Ni de coña le votaría.

L: Ya lo sabía. ¿Y Pablo Iglesias?

J: En algún otro sitio de este blog ya he dicho que me ha decepcionado; esperaba más de él pero se me ha quedado en promesa. Y creo que a mucha gente le ha pasado como a mí. Así que tampoco le veo con muchas posibilidades.

L: ¿Qué me dices de Albert Rivera?

J: Pues es el que más me ha decepcionado. Porque este me gustaba mucho, pero se ha enrocado en el sinsentido de decir que de ningún modo pactará con Sánchez, a la vez que reiteradamente se  ha ofrecido a colaborar con el PP en el gobierno si, tras el recuento de votos, los números lo permiten. Es decir, se ha escorado, sin necesidad, claramente a la derecha. Puede que en él, como en Casado, haya influido la irrupción de Vox, pero, sea por lo que sea, creo que ha cometido un gravísimo error.

Su partido, Ciudadanos, además de por su beligerancia contra el nacionalismo catalán, nació como una opción de centro entre el PP y el PSOE —protagonistas de los graves episodios de corrupción política que todos conocemos—, y esto, a mi entender y creo que al de muchos, revestía a su partido de un aura de regeneración política y de moderación, como seria alternativa a las dos tendencias (izquierda y derecha) que han ostentado el poder político en España durante el actual periodo democrático.  Pero, como te he dicho, inexplicablemente se ha reconvertido en derechona en un momento que, por la polarización de la política en España —a lo que ha contribuido claramente Vox—, podría ser ideal para una opción de centro. Así que no le votaré.

L: Y para acabar, ¿qué te parece Santiago Abascal?

J: Sin entrar en exquisiteces analíticas, podría decirse que el rasgo más acusado de su formación política, Vox, es el nacionalismo español. Y, curiosamente, su auge ha sobrevenido por su beligerancia hacia sus "correligionarios" nacionalistas catalanes, y, aunque no lo diga, basando su proyecto político en el contenido del viejo eslogan franquista "una, grande y libre". Así, se ha apropiado de la bandera de España como distintivo clave de sus intenciones. Y ya sabes, listo, yo no soy muy de banderas. No le votaría ni aunque me pagaran.

L: Total, que no vas a votar, ¿o sí?
J. Pues no sé. Creo que es necesario votar, pero no lo tengo claro. Si, tras ver los debates (entre los cuatro primeros) que van a dar en la tele hoy y mañana, se me aclaran las ideas ya te diré... Bueno, Listo, te voy a decir la verdad. Me jode votar a cualquiera de los cinco de que te he hablado porque son unos txorbitos; el más carroza de ellos es Sánchez, al que le saco ¡27 años! O sea, podrían ser mis hijos (incluso, alguno mi nieto). Antes, al menos estaba Rajoy, que, aunque más joven que yo, tenía más de 60 tacos; pero desde que se ha retirado, está claro que mi generación ¡ha pasado a la reserva! Comprenderás que esta evidencia de que me he hecho viejo me joda, ¡y mucho!
Por cierto, espero que tú votes, ¿eh?


8 abr 2019

LA EUTANASIA


En un post de hace casi un año que titulé LOS LÍOS DE LOS POLÍTICOS ya alertaba de que tendríamos bronca política a cuenta de la eutanasia. Ya ha empezado. El detonante ha sido la reciente noticia de que una enferma terminal se ha suicidado con la ayuda de su marido (ambos aparecen en la foto). Hace ya más de 10 años, el caso de Ramón Sampedro, que Amenábar trató maravillosamente en la peli MAR ADENTRO, ya generó mucha polémica sobre esta cuestión, aunque, por lo visto, no sirvió para que se adecuara nuestra legislación a lo que se podría denominar «muerte digna», que, en mi opinión, es un incuestionable derecho que nos corresponde a todos.

María José Carrasco  y su esposo Ángel Hernández

Realmente, ambos casos no han sido de eutanasia, sino de lo que se denomina, creo, suicidio asistido. Pero, para lo que me trae aquí, es igual. Porque la eutanasia y el suicidio asistido —acciones, como es sabido, castigadas por nuestro Código Penal— y alguna otra variante similar de la que resulte la muerte, con su consentimiento, de una persona en estado terminal o con algún padecimiento incurable y doloroso, requieren ser tratadas en nuestro ordenamiento jurídico, reitero, como un derecho de las personas.

Obviamente habrá que regularlo estableciendo los protocolos que deben cumplirse a fin de evitar que actos homicidas se camuflen en tal derecho. No creo que sea difícil. Según dicen, algunos partidos ya han anunciado que incluirán en su programa electoral legislar sobre ello. Unos lo defienden sin ambages; otros a medias tintas, y algún otro se ha mostrado totalmente contrario.

Pues si, tras las próximas elecciones, gobiernan los primeros, espero que en las primeras semanas de su gobierno propongan el proyecto de ley para regular este asunto a fin de que se legisle con urgencia. Si los que gobiernen son los que no son partidarios del derecho a la muerte digna inducida (eutanasia o suicidio asistido), no se les puede exigir que legislen para ello; pero si, por esta razón y como suele ocurrir con los temas espinosos, se produce un ácido y agrio debate social, creo que el gobierno debería someterlo a referéndum; o sea, al criterio mayoritario del conjunto de ciudadanos.

Como ya he dicho, espero que pronto se regule. Creo que para las personas que, como en su día Sampedro y recientemente la señora que se suicidó en Madrid con la ayuda de su esposo, vimos o hemos visto en la tele en su lecho en un penoso estado de padecimiento por su incapacidad y sufrimiento, sin ninguna posibilidad de curación ni de simple mejora, sin el mínimo atisbo de esperanza, lo mejor que les pudo pasar es que tuvieron a su lado a quienes se arriesgaron a una condena por ayudarles a morir. Porque la muerte, en esos casos, es una solución. Nadie debería verse obligado a vivir —si así se le puede llamar a lo que nos ocupa— en las condiciones de los casos comentados. O sea, sufriendo y haciendo sufrir a sus más próximos; eso no es vida.

Entre la eutanasia y el suicidio asistido, yo preferiría la primera. Es decir, si me viera en la circunstancia prefiero dejar en manos de los médicos el método y momento para dar el paso al «otro barrio». Tener que ingerir un veneno, tirarme por la ventana y cosas así me parecen una ordinariez; puede que resultara más épico, pero no va conmigo. Ahora bien, si no hay más remedio…

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COMENTARIO ULTERIOR (17-12-2020): Hoy, por fin, en el Congreso de Diputados, con la oposición del PP y Vox, se ha aprobado el proyecto de ley de regulación de la eutanasia. Me he alegrado; más vale tarde que nunca.