Listo: Supongo, Julio, que estás al tanto del
lío de las basuras en Madrid. Me gustaría saber qué opinas.
Julio: Pues, lógicamente, de ese conflicto sé lo que
dicen los medios de comunicación; o sea, que los trabajadores de las empresas a
las que el Ayuntamiento de Madrid concedió la recogida de basuras y limpieza de
la ciudad están desde hace casi dos semanas de huelga y que, por eso, la ciudad
está de pena. También, según he oído, que parece que al día de hoy,
domingo, el conflicto está, afortunadamente, en vías de solución porque los
sindicatos han alcanzado un acuerdo con las empresas concesionarias para poner
fin a la huelga.
L: Vale, pero eso ya lo sabemos todos. Lo que
quiero saber es qué opinas del conflicto en sí y de la actuación de los
huelguistas y, más en concreto, de la actitud de los sindicatos. No me negarás
que han causado un gran problema a los ciudadanos, ¿no?
J: Por lo que dices, tú ya has sentenciado:
los sindicatos son los culpables. Me parece que decir eso es frivolizar. Habría
que conocer los entresijos contractuales de estas concesiones para poder
determinar quién o quiénes han sido los culpables, y, por otra parte, conocer
cómo han gestionado las empresas el servicio que el Ayuntamiento les asignó, y cómo ha actuado o debiera haber actuado este.
L: Es que, para mí, la cosa está clara: si
las condiciones económicas que deben afrontar las empresas no les permiten
obtener beneficios no tienen más remedio que rebajar costes, es decir, tienen
que reducir gastos de personal, reduciendo plantilla y los salarios.
J: Eres un fenómeno, listillo. Lo tienes
clarísimo; casi igual de claro que lo tenían las concesionarias: más de 1000 personas al
paro y una reducción salarial del 40 por ciento a los que mantengan el empleo.
Asunto solucionado, y que nadie proteste porque, si no, cerramos y eso es peor.
L: Pues así son las cosas, Julio. A mí
tampoco me gustan esas soluciones, pero el empresario tiene la sartén por el
mango.
J: Bueno, bueno, no creas. Los trabajadores,
cuando se unen y utilizan con inteligencia los resortes que les proporciona la
ley, también pueden asir el mango y manejar la sartén como consideren
conveniente. La prueba es que la solución a la que se ha llegado parece que es
mucho menos mala que la que proponían las empresas: ningún trabajador a la
calle, aunque les reducirán algo la retribución.
L: Es verdad, pero no me negarás que han utilizado
métodos de presión ilegales, como nos han mostrado los medios de comunicación.
Así no vale.
J: ¿No va a valer? Ante el planteamiento
empresarial inicial, vale casi todo. Aparte, no creo que los trabajadores hayan
actuado, mayoritariamente, de forma ilegal. Puede que haya habido algún hecho
aislado condenable, pero, por lo que he visto, creo que, en general, lo que ha pasado en Madrid con
el lío de las basuras ha sido aleccionador: para los empresarios, porque habrán
aprendido que no pueden hacer lo que les dé la gana, y, para los trabajadores,
porque habrán constatado que la unión hace la fuerza. Para mí, ha sido un
triunfo de los trabajadores y, por supuesto, de los sindicatos.
L: ¡Joder con los sindicatos! Después de lo que estamos sabiendo sobre ellos... No me negarás que las
imputaciones de sindicalistas en el caso ERE de Andalucía y otras acusaciones por utilización
inadecuada de dinero público que estamos conociendo por la prensa son para
repudiarlos, ¿no?
J: Sobre lo que dices y si las cosas son como
parecen, realmente merecen una dura y áspera crítica. Aquí a los que meten mano
a la caja de los fondos públicos hay que darles caña sin contemplaciones;
espero que la Justicia hable contundentemente y que el peso de la Ley caiga
sobre los que la han transgredido. Ahora bien, en lo de las basuras ¡chapó!
Creo que los sindicatos han hecho lo que deben y han cumplido con su
fundamental misión, que es la de proteger los derechos de los trabajadores. Ya
te digo, me ha parecido ejemplar.
L: O sea, ahora te has convertido en
aguerrido sindicalista. Así que decías en tu post IZQUIERDAS
Y DERECHAS del pasado mes de marzo que, para los de izquierdas, los
sindicatos son imprescindibles.
J: Pues claro que sí, listín. Y te voy a
decir más. Creo que habría que universalizar la afiliación de los trabajadores
a los sindicatos, modificando, así, el esquema de su financiación y algunos de los fundamentos actuales de estas organizaciones.
L: ¿Universalizar? Lo que nos faltaba. Ya te
veo venir. A ver, a ver, explícate.
J: Mira, chaval. Que los sindicatos son
imprescindibles no es cuestionable. Espero que a los que pudieran dudar, lo de
las basuras les haya abierto los ojos. Los únicos que pueden estar en
desacuerdo con esto son los empresarios más retrógrados; pero eso es normal y
no merece la pena tratar de analizarlo. Así que, para lo que te voy a decir, es
necesario que no pierdas de vista la premisa fundamental: los trabajadores,
todos, necesitan de las organizaciones sindicales.
L. Bueno, si tú lo dices... Sigue, sigue.
J: La segunda obviedad es que los
sindicatos necesitan financiación para su funcionamiento. Ahora los
financiamos todos a través de nuestros impuestos; las cuotas de sus afiliados
no les llega ni para pagar las facturas de sus móviles.
L: Claro, se conoce que los emplean mucho
para quedar entre ellos y organizar las comilonas que se pegan.
J: No digas chorradas... y atiende. Otra
premisa es la de que, como existen bastantes organizaciones sindicales, cada
trabajador tiene derecho a elegir el sindicato que desea que le represente, que es al que quedaría "adscrito"; no afiliado (ya no habrían afiliados)
L: Menos mal, pensé que lo que querías
proponer es volver al «verticalismo».
J: Nada de eso, Listo. Lo que quiero decir es
que los sindicatos deberían financiarse mediante la aportación obligatoria
de todos los trabajadores. Sí, sí, obligatoriamente y por todos. O sea, igual
que, actualmente, a los asalariados se les deduce en la nómina su aportación a
la Seguridad Social y al Desempleo, se les dedujera también lo que se podría
denominar la «Cuota sindical», que podría ser recaudada por la misma vía que
las otras mencionadas aportaciones actuales. Previamente, cada trabajador tendría que
haber establecido a qué sindicato desea que le lleguen sus cuotas; o lo que es igual, a qué sindicato queda adscrito.
O sea, por lo que acabo de decir, la «Cuota sindical» será de naturaleza
finalista.
L: ¡Joder!, Julio. Lo que nos faltaba. Otra
deducción más en nuestras nóminas. Creía que estabas de parte de los
trabajadores.
J: ¡Pues claro! Por eso digo lo que estoy
diciendo. Porque lo que planteo es que los sindicatos se integren mucho más en
el tejido socio-laboral del Estado, jugando un rol más institucional por
derecho propio. Que los viéramos como podemos ver a la Agencia Tributaria o a la
Seguridad Social, pero preservando su total independencia del resto de poderes
públicos. Lo que no me parece aceptable es su papel actual, que tiene rasgos
de chiringuito de los trabajadores afiliados, lo que se contrapone con su
función general en el mundo del trabajo; esto me parece absurdo.
En cuanto al coste para los trabajadores y como
ya te he dicho, hay que tener en cuenta que ahora también todos los trabajadores
contribuyen a la financiación de los sindicatos; lo que pasa es que no se hace
de forma directa, salvo los afiliados; ahora se hace vía impuestos sin que la
voluntad del trabajador cuente a la hora de repartir los fondos a cada
organización sindical.
L: No
sé, chico. No acabo de ver las ventajas de tu planteamiento.
J: Pues a mí me parecen clarísimas. Se
conseguiría lo siguiente:
·
Que,
por definición, los sindicatos estuvieran al servicio de todos los
trabajadores, eliminándose la absurda distinción actual entre afiliados y no
afiliados. Al no haber afiliados, se simplificarían los aparatos brocráticos de
las organizaciones sindicales, reduciéndose, por tanto, sus costes
administrativos. Así que la tarea de los sindicatos se desarrollaría, casi
íntegramente, en los centros de trabajo en el apoyo directo a los trabajadores
y en la realización de la acción sindical.
·
Que
hubiera un mecanismo objetivo para cuantificar los fondos a transferir desde la
Administración a cada una de las organizaciones sindicales para su financiación,
evitándose, así, la peligrosa discrecionalidad actual de las asignaciones. El
dinero que les llegaría sería, exactamente, el que hubieran determinado los
trabajadores.
L: ¿Y crees que así no podrán meter la mano a la caja?
J: Ese riesgo siempre existe cuando hay una caja y los controles son poco rigurosos; pero esto es harina de otro costal. Lo que sí es de este es que si se establecieran unos parámetros adecuados, recogidos por ley, para que las cuotas sindicales fueran ajustadas y suficientes, deberían desaparecer otros flujos de dinero hacia los sindicatos, como es el caso de lo que los gobiernos (central y autonómicos, según creo), de forma más o menos discrecional, dan para «formación», que me parece que son las bolsas de dinero en las que, según dicen (no lo sé), no resulta difícil meter la mano. O sea, los sindicatos recibirían una única aportación cuya cuantía, repito, la determinarían los propios trabajadores.
L: ¿Y crees que así no podrán meter la mano a la caja?
J: Ese riesgo siempre existe cuando hay una caja y los controles son poco rigurosos; pero esto es harina de otro costal. Lo que sí es de este es que si se establecieran unos parámetros adecuados, recogidos por ley, para que las cuotas sindicales fueran ajustadas y suficientes, deberían desaparecer otros flujos de dinero hacia los sindicatos, como es el caso de lo que los gobiernos (central y autonómicos, según creo), de forma más o menos discrecional, dan para «formación», que me parece que son las bolsas de dinero en las que, según dicen (no lo sé), no resulta difícil meter la mano. O sea, los sindicatos recibirían una única aportación cuya cuantía, repito, la determinarían los propios trabajadores.
L: Vale, pero ¿quién los gobernaría? ¿Cómo se elegiría a
su cúpula dirigente? Porque, ahora, en su entorno de afiliados, ellos se lo
guisan y ellos se lo comen.
J: Así es. Y eso, por el carácter general que tienen, no
me parece correcto. En cada sindicato, los dirigentes deberían ser elegidos por
todos los trabajadores que lo tuvieran designado como receptor de las cuotas
sindicales. Habría que ver cómo podría afectar al censo las cuestiones de
territorialidad. Y las elecciones, a poder ser, por internet. Que cada
sindicato se monte el procedimiento. Hoy no tiene que resultar complicado
desarrollar el sistema, que, naturalmente, debería ser supervisado por el
Gobierno.
L: ¡Vaya! Ya ha
salido el Gobierno. ¿Qué papel le asignas en esta movida?
J: Pues un papel muy secundario. Solo como supervisor,
censor, controlador, vigilante, garantizador de la legalidad, etcétera, de lo
que se considere conveniente. Por supuesto, dejando más que claro que, en su
función básica, los sindicatos deben ser totalmente independientes del Gobierno
y de la Administración, con la que solo se relacionarían para la canalización
del dinero procedente de las cuotas sindicales de los trabajadores.
L: No sé, no sé. Me
da en la nariz que estos cambios que sugieres no tienen mucho fundamento y
además podrían suponer bastante lío. ¿Ya lo has pensado bien?, Julio.
J: Pues, la verdad, no. Como estamos en un domingo sin
fútbol y la tarde está desapacible para andar por ahí, me he entretenido contándote
todo esto.
L: ¡Joder!, Julio.
Me quitas un peso de encima. Pero me podías haber advertido o, en todo caso, haber
dado la vara a otro. Me has dejado sin siesta, ¡hostia!
J: Oye, que has empezado tú.
COMENTARIO ULTERIOR
Hoy, 25-11-2013, una semana después de haber escrito esto, he leído que Cándido Méndez, en una intervención pública que tuvo ayer en Las Palmas de G.C., ha sugerido, en relación con la cuestión de la financiación de los sindicatos, que podría ser conveniente establecer un «canon sindical» obligatorio para todos los trabajadores. ¿Habrá leído este post?
La noticia se puede leer aquí.
OTRAS ENTRADAS DEL BLOG
Hoy, 25-11-2013, una semana después de haber escrito esto, he leído que Cándido Méndez, en una intervención pública que tuvo ayer en Las Palmas de G.C., ha sugerido, en relación con la cuestión de la financiación de los sindicatos, que podría ser conveniente establecer un «canon sindical» obligatorio para todos los trabajadores. ¿Habrá leído este post?
La noticia se puede leer aquí.
OTRAS ENTRADAS DEL BLOG