2 dic 2013

DE BUENOS Y MALOS

En mi entrada DEMOCRACIA DIRECTA, entre otras muchas cosas (el artículo es bastante extenso), hablaba de lo bueno y lo malo, reduciendo mi opinión a que son conceptos subjetivos. Me reafirmo, aunque ahora me voy a referir a ellos cuando se aplican a las personas; o sea, voy a hablar de personas buenas y personas malas.

Listo: ¡Jo!, una de sociología. ¿Cómo te ha dado por esto?, Julio.
Julio: Pues me hizo pensar un reportaje que vi en la tele, en el que hablaban de las personas que en estos tiempos difíciles se ocupan, supongo que desinteresadamente (en términos económicos), de ayudar a los que lo están pasando peor, colaborando en asociaciones sin ánimo de lucro que tratan de obtener alimentos y otros bienes de primera necesidad para repartirlos, después, entre los más necesitados. En estos días se habla mucho de estas personas solidarias. 
L: Sí, yo también he visto cómo los jubilatas, como no tienen otra cosa que hacer, colaboran en los bancos de alimentos y cosas así.
J: ¿Como no tienen otra cosa que hacer? Mira que eres lelo. ¿No se te ha ocurrido pensar que lo hacen porque, simplemente, son buenas personas?
L: Vale, sí, no lo pongo en duda. Pero, bueno, tampoco es para llevarlos a los altares. También lo hacen porque tienen tiempo libre.
J: Naturalmente que tienen tiempo libre. Pero, hay otros muchos, muchísimos, que también lo tienen y en cambio prefieren estar en casa viendo la tele, jugando a la petanca, al mus, paseando... 
L: ...O filosofando frente al ordenador, ¿no?
J: No jeringues y escucha. A mí me parece que todas esas personas de las que hablo deben de ser buenas personas, entendiendo como tales, sin meterme en berenjenales, a las que propenden a hacer el bien a los demás. Es la gente buena; los buenos.
L: ¿Estás diciendo que solo algunos jubilatas son la gente buena de este mundo?
J. No, hombre, no. Son solo un ejemplo de buenas personas. Pero, afortunadamente, hay muchíííísimas más.
L: Pues, a juzgar por cómo están las cosas, no deben de ser mayoría.
J: Pues ya ves, listillo, soy de los que creen que hay mayoría de buenos. En mi opinión, los buenos representan, al menos, el 51 por ciento de las personas. Y en esto, como en otras cosas, de la cantidad sale la calidad.
L: Pero, ¿de dónde sacas eso? ¿Hay alguna estadística? No inventes...
J. No, no invento. Lo que digo es que, igual que hay buenos, hay malos. O sea, también hay personas que propenden a hacer el mal, directa o indirectamente. Por eso, la historia y devenir del ser humano está plagada de actos humanos buenos y malos, o lo que es igual, de lo hecho por las buenas y por las malas personas que han pasado por este mundo (o siguen en él). Y es indudable que las acciones de los buenos han representado o representan mejoras sociales, mientras que las de los malos han supuesto o suponen retrocesos en lo que podríamos llamar el bienestar social. Es decir, unos, los buenos, hacen que mejoren las cosas, y los otros, los malos, que empeoren.
L: Pues me parece que ganan los malos por goleada, porque ahora estamos de puta pena.
J: Es posible que en este momento del partido, en algunos sitios, estén ganando los malos, como han estado ganando en otros momentos de la historia. Pero este partido es muy largo; fíjate, parece que empezó en la prehistoria y nadie sabe cuándo terminará. Así que lo que esté pasando en este preciso minuto, en una determinada parte del terreno de juego, no es significativo para el resultado final (si es que hay final). Lo que es indudable es que, fijándonos en nuestra sociedad, por lo que sabemos de la historia y de nuestra época, ahora estamos mejor que hace 100 años, mucho mejor que hace 500, infinitamente mejor que hace 1000, etcétera, ¿o no? Lo que quiero decir es que el ser humano está avanzando, si bien es verdad que, de vez en cuando, da pasos hacia atrás, aunque es posible que estos retrocesos le permitan, después, coger breada y avanzar y sobrepasar rápidamente lo desandado. Y así es la historia del ser humano: tres pasos para adelante y uno o dos para atrás; pero, afortunadamente, el resultado de ese desordenado, a veces caótico, discurrir de la humanidad a través de su historia es el avance de la civilización.
L: ¿Y qué tiene que ver esto con lo de los buenos?
J: No entiendes nada, listillo. Es la mayoría de buenos, en cantidad y calidad, lo que hace que el conjunto de los seres humanos avancen, aunque con desigual ritmo y eficacia dependiendo del continente. Dicho de otra forma, las fuerzas del bien, los buenos —o sea, los que son como los jubilatas de los que hablaba al principio—, históricamente, están ganando a las del mal, los malos. Aunque en algunos momentos, no pocos, los que hayan ganado o ganen fuesen o sean los malos.

Y hablando de malos, no puedo evitar mencionar al inefable comunicador Federico Jiménez Losantos, al que, tras el programa en que vi a los jubilatas solidarios, vi también en la tele; le preguntaban por los excarcelados a raíz de la sentencia de Estrasburgo. ¡Dijo unas cosas...! No dudo de que este sujeto sea inteligente y culto, pero creo que es muy malo; tremendamente malo. En los momentos históricos en que la gente como él es mayoría es cuando las sociedades sufren retrocesos. Confío en que no estemos en uno de esos momentos... y, si estamos, que dure poco.