18 nov 2019

NACIONALISMO/PATRIOTISMO

Mi habitual interlocutor, Listo, quiere hablar conmigo. «Sobre un asunto espinoso para los vascos», me ha dicho. ¿Qué le preocupará? Me temo que, sabiendo él que soy vasco, querrá ponerme en un aprieto. Ya veremos. 

Listo: Hola, Julio. Gracias por ofrecerte a la charla. 

Julio: De nada, Listo. A ver, ¿de qué quieres que hablemos? 

L: Pues quería saber qué opinas del nacionalismo. Ahora, por lo de Catalunya, se habla mucho de esa ideología. 

J: Ya he escrito en este blog sobre esto en entradas anteriores, tanto en relación con lo vasco como con lo catalán; al final indico las relacionadas con lo vasco, por si te valen. Pero, como veo que estás interesado, te diré ahora algo más. Lo primero, te diré que, si no te importa, en esta conversación me referiré a lo que te interesa como nacionalismo/patriotismo. Porque creo que ambos conceptos son sinónimos. Se les puede buscar matices o significados para diferenciarlos, aunque su sinonimia me parece evidente. 

L: Y si te parecen sinónimos, ¿por qué no utilizas solamente una de las dos denominaciones? 

J: Pues porque quiero enfatizar en la relación entre estos dos conceptos, que muchas veces se utilizan como si fueran diferentes. Es decir, quiero dejar claro que creo que los nacionalistas lo son porque son muy patriotas, del mismo modo que opino que los muy patriotas son nacionalistas. 

L: No sé, Julio,… ¿A dónde quieres ir a parar? 

J: Pues, por ejemplo, a que al nacionalismo catalán, tan denostado últimamente por buena parte de los patriotas españoles (especialmente por los ultrapatriotas), se le pueden atribuir las mismas virtudes y defectos que se podrían atribuir al de estos últimos. Del mismo modo, los ultrapatriotas españoles deben asumir que su impulso ideológico patriótico/nacionalista es el mismo que mueve a los nacionalistas/independentistas catalanes, contra los que se muestran tan beligerantes. O sea, a mi entender, los nacionalistas/patriotas catalanes coinciden ideológicamente con los nacionalistas/patriotas españoles; lo que les separa es que el objeto de su nacionalismo/patriotismo —o sea, su nación/patria— es diferente. También, que en el caso de los nacionalistas/patriotas españoles su objeto goza del soporte de la legalidad histórica, porque España es, a todos los efectos, un Estado independiente y reconocido por todo el mundo, mientras que el Estado Catalán, hoy por hoy, es una entelequia…, o sea, una idea o un deseo.  

L: Bueno, bueno, si tú lo dices…  No voy a entrar en discusiones. Lo que yo quería saber es qué opinas del nacionalismo. Venga, Julio, ve al grano. 

J: Lo que te he dicho ya es significativo. Porque me habrás oído decir que no soy nada patriota; el patriotismo brilla por su ausencia en mis escasos y débiles mecanismos o soportes ideológicos. Y eso no quiere decir que esté en contra de España, esto es de la nación o del estado al que pertenezco. No, de ninguna manera. Al contrario, siempre he tenido, digamos, preferencias por el colectivo social al que, por mi nacimiento, he pertenecido o pertenezco. Así y dejando al margen la familia (por razones obvias), siempre he estado a favor de los de mi barrio, y   por extensión, de los de la ciudad en que nací, Bilbao —por eso soy del Athletic y me alegro de sus triunfos-; siento preferencia por lo vasco y los vascos, y por último, me congratulo de que España avance y de que a los españoles les vaya bien. Pero estas, digamos, preferencias creo que no son sentimientos, ni que están condicionadas ni movidas por la pasión y mucho menos por la ideología 

L: Vale, Julio, pero lo que dices nos pasa a todos: nos tira lo de casa. 

J: Así es; totalmente de acuerdo. Es el vínculo afectivo que tenemos con nuestra tierra. Pero cuando, por la mística de la pertenencia, ese vínculo se sublima (como expliqué en otra entrada) y se materializa en la idea de patria/nación, bien referida al estado al que se pertenece (caso de los patriotas españoles) o al estado deseado al que se quiere pertenecer (caso de los catalanes nacionalistas), la preferencia toma la condición de ideología. Y entonces sí entran en juego los sentimientos, incluso las pasiones. 

L: ¡Jo, Julito! No te enrolles tanto y di, de una vez, tu opinión sobre el nacionalismo. 

J: ¡Tranki, tronko! A eso voy. El nacionalismo/patriotismo es la ideología que mueve a los que subliman el vínculo de pertenencia al que me he referido. Como cualquier otra ideología, esta es la consecuencia del adoctrinamiento. Me corrijo, posiblemente el nacionalismo/patriotismo sea la ideología en la que el adoctrinamiento es más necesario y, por tanto, más evidente. En otras ideologías puede que intervengan con mayor fuerza las circunstancias —sobre todo, las económicas—  y las condiciones intelectuales y síquicas de las personas afectadas. Pero, reitero, en el nacionalismo/patriotismo el adoctrinamiento es determinante. Y no solo en la escuela se imparte esta doctrina; la familia, el entorno social cercano, los medios de comunicación y los poderes públicos, de forma más o menos directa o evidente, juegan un importante papel adoctrinador, aunque no siempre lo percibamos o nos demos cuenta de ello. 

L: Debo entender que a ti también te habrán adoctrinado, ¿no? 

J: Naturalmente. De pequeño, en cada aula de mi escuela (nacional), la pared principal estaba adornada por el cuadro de «la Purísima» (de Murillo), fotos de Franco y José Antonio, y por el crucifijo. Después vino la asignatura «Formación del espíritu nacional», a la que no llegué (empecé a trabajar muy jovencito). El caso es que todos los de mi generación fuimos contaminados por el adoctrinamiento en nacionalismo/patriotismo (español)… y en religión. 

J: Pues me parece que contigo perdieron el tiempo. 

J: Bueno, posiblemente al principio, de niño o de jovenzuelo, es posible que, en mí, el adoctrinamiento hiciera sus efectos, como en todos, pero, afortunadamente, cuando empecé a manejar con cierta autonomía mis mecanismos intelectuales de análisis, basándome en lo que a mí me parecía razonable o de sentido común, pronto me despojé de los efectos de aquel adoctrinamiento. 

L: O sea, que ya no eres patriota ni nacionalista. 

J: Pues no. Como ya he escrito en este blog, el patriotismo no activa mis estímulos vitales, y, por tanto, no me seduce el nacionalismo. Además, como sabes, mis tendencias y preferencias miran a la izquierda, y a mí me parece que el nacionalismo/patriotismo, cuando activa, como ocurre en Catalunya, el separatismo o lucha por la independencia de un territorio en un estado como el español, en el que, con los fallos que pueda haber como en cualquier obra humana, rige eso que llamamos «estado de derecho», el nacionalismo/patriotismo, decía, es incompatible —según como veo yo estas cosas— con las ideologías que realmente son de izquierdas. 

L: ¡Joder! Entonces, ¿qué tienes que decir sobre los partidos ERC y Bildu? Son los que, según parece, se muestran más radicales en la lucha por la independencia de sus respectivos territorios. 

J: Pues que si son tan nacionalistas/patriotas no pueden ser de izquierdas. Es incompatible. En otro tiempo o en otras circunstancias se podría admitir que las fuerzas políticas de la izquierda participasen en movimientos patrióticos o nacionalistas, pero en la España actual no. Aquí y ahora la izquierda debe dedicarse a mejorar —en términos socioeconómicos— la vida de las personas, tratando de que desaparezcan o al menos se reduzcan las aún muy importantes desigualdades entre ricos y pobres, es decir, entre los fuertes  (y poderosos) y los débiles, especialmente en el mundo del trabajo.

L: Entonces, ¿qué te parece lo de «izquierda abertzale».

J: Pues que me parece un oxímoron; es una contradicción. El patriotismo/nacionalismo debe quedar para la derecha y, sobre todo, para la ultraderecha; o sea, para los que son tan aficionados a las banderas. 

L: ¡Ah!, por eso tú no eres muy de banderas. Ya te lo leí en un anterior post. Y ya para acabar, debo entender que, según tú, ¿los partidos nacionalistas solo pueden ser de derechas? 

J: Pues en España, sí. Por eso me parece muy bien que el PNV se denomine Partido Nacionalista Vasco; aunque creo que no es el partido típico de derechas (como, por ejemplo, es el caso del PP) porque, aunque su leitmotiv tenga mucho que ver con el nacionalismo, es verdad que, por lo que yo conozco, su 'clientela' es y ha sido socialmente transversal, y esto lo ha tenido en cuenta siempre en su gestión política. De todos modos, me parece bien que se autodenomine como lo hace; lo que me parece mal es lo de Esquerra Republicana de Catalunya, ERC, cuya denominación no da pistas de su sesgo independentista, que, desde la distancia, parece que es lo único que preocupa y ocupa a este partido (sobre todo, últimamente). Se debería cambiar de nombre... ¿Eh, Rufián?  

L: Oye, no te metas con Rufián, que ese es peligroso. 

J: Joder que sí, y listo. Si se enfada le diré que se me escapó su nombre sin darme cuenta.
Bueno, Listo, espero haber satisfecho tu curiosidad. Si me animo, dentro de unos días podemos seguir con el tema; esto da para mucho. 

L: Vale, Julio, pues quedamos para dentro de unos días. Mañana me voy a esquiar a Baqueira. Hay que aprovechar la nieve que ha caído estos días y que aún no piden pasaporte.

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