Mi
habitual interlocutor, Listo, quiere hablar conmigo. «Sobre un
asunto espinoso para los vascos», me ha dicho. ¿Qué le preocupará? Me temo que,
sabiendo él que soy vasco, querrá ponerme en un aprieto. Ya veremos.
Listo: Hola, Julio. Gracias por ofrecerte a
la charla.
Julio: De nada, Listo. A ver, ¿de qué quieres
que hablemos?
L: Pues quería saber qué opinas del
nacionalismo. Ahora, por lo de Catalunya, se habla mucho de esa ideología.
J: Ya he escrito en este blog sobre esto en entradas
anteriores, tanto en relación con lo vasco como con lo catalán; al final indico las relacionadas con lo vasco, por si te valen. Pero, como veo que estás interesado, te diré
ahora algo más. Lo primero, te diré que, si no te importa, en esta
conversación me referiré a lo que te interesa como nacionalismo/patriotismo.
Porque creo que ambos conceptos son sinónimos. Se les puede buscar matices o
significados para diferenciarlos, aunque su sinonimia me parece evidente.
L: Y si te parecen sinónimos, ¿por qué no
utilizas solamente una de las dos denominaciones?
J: Pues porque quiero enfatizar en la
relación entre estos dos conceptos, que muchas veces se utilizan como si fueran
diferentes. Es decir, quiero dejar claro que creo que los nacionalistas lo son porque son muy patriotas, del mismo modo que opino
que los muy patriotas son nacionalistas.
L: No sé, Julio,… ¿A dónde quieres ir a
parar?
J: Pues, por ejemplo, a que al nacionalismo
catalán, tan denostado últimamente por buena parte de los patriotas españoles
(especialmente por los ultrapatriotas), se le pueden atribuir las mismas
virtudes y defectos que se podrían atribuir al de estos últimos. Del mismo
modo, los ultrapatriotas españoles deben asumir que su impulso ideológico patriótico/nacionalista es el mismo que mueve a los nacionalistas/independentistas catalanes, contra los que se muestran tan beligerantes. O sea, a mi entender, los nacionalistas/patriotas catalanes coinciden ideológicamente con los
nacionalistas/patriotas españoles; lo que les separa es que el objeto de su
nacionalismo/patriotismo —o sea, su nación/patria— es diferente. También, que en
el caso de los nacionalistas/patriotas españoles su objeto goza del soporte de
la legalidad histórica, porque España es, a todos los efectos, un Estado
independiente y reconocido por todo el mundo, mientras que el Estado Catalán,
hoy por hoy, es una entelequia…, o sea, una idea o un deseo.
L: Bueno, bueno, si tú lo dices… No voy a entrar en discusiones. Lo que yo
quería saber es qué opinas del nacionalismo. Venga, Julio, ve al grano.
J: Lo que te he dicho ya es significativo.
Porque me habrás oído decir que no soy
nada patriota; el patriotismo brilla por su ausencia en mis escasos y débiles mecanismos
o soportes ideológicos. Y eso no quiere decir que esté en contra de España,
esto es de la nación o del estado al que pertenezco. No, de ninguna manera. Al
contrario, siempre he tenido, digamos, preferencias por el colectivo social al
que, por mi nacimiento, he pertenecido o pertenezco. Así y dejando al margen la
familia (por razones obvias), siempre he estado a favor de los de mi barrio,
y por extensión, de los de la ciudad en
que nací, Bilbao —por eso soy del Athletic y me alegro de sus triunfos-; siento preferencia por lo vasco y los vascos, y por
último, me congratulo de que España avance y de que a los españoles les vaya bien.
Pero estas, digamos, preferencias creo que no
son sentimientos, ni que están condicionadas ni movidas por la pasión y mucho
menos por la ideología.
L: Vale, Julio, pero lo que dices nos pasa a
todos: nos tira lo de casa.
J: Así es; totalmente de acuerdo. Es el vínculo afectivo que tenemos con
nuestra tierra. Pero cuando, por la mística de la pertenencia, ese vínculo
se sublima (como expliqué en otra entrada) y se materializa en la idea de
patria/nación, bien referida al estado al que se pertenece (caso de los
patriotas españoles) o al estado deseado al que se quiere pertenecer (caso de
los catalanes nacionalistas), la
preferencia toma la condición de ideología. Y entonces sí entran en juego
los sentimientos, incluso las pasiones.
L: ¡Jo, Julito! No te enrolles tanto y di, de
una vez, tu opinión sobre el nacionalismo.
J: ¡Tranki, tronko! A eso voy. El nacionalismo/patriotismo es la ideología
que mueve a los que subliman el vínculo de pertenencia al que me he
referido. Como cualquier otra ideología, esta es la consecuencia del adoctrinamiento. Me corrijo,
posiblemente el nacionalismo/patriotismo sea la ideología en la que el
adoctrinamiento es más necesario y, por tanto, más evidente. En otras
ideologías puede que intervengan con mayor fuerza las circunstancias —sobre todo, las económicas— y las
condiciones intelectuales y síquicas de las personas afectadas. Pero, reitero, en el nacionalismo/patriotismo el
adoctrinamiento es determinante. Y no solo en la escuela se imparte esta
doctrina; la familia, el entorno social cercano, los medios de comunicación y
los poderes públicos, de forma más o menos directa o evidente, juegan un
importante papel adoctrinador, aunque no siempre lo percibamos o nos demos
cuenta de ello.
L: Debo entender que a ti también te habrán adoctrinado,
¿no?
J: Naturalmente. De pequeño, en cada aula de
mi escuela (nacional), la pared principal estaba adornada por el cuadro de «la
Purísima» (de Murillo), fotos de Franco y José Antonio, y por el crucifijo.
Después vino la asignatura «Formación del espíritu nacional», a la que no
llegué (empecé a trabajar muy jovencito). El caso es que todos los de mi
generación fuimos contaminados por el adoctrinamiento en nacionalismo/patriotismo
(español)… y en religión.
J: Pues me parece que contigo perdieron el tiempo.
J: Bueno, posiblemente al principio, de niño
o de jovenzuelo, es posible que, en mí, el adoctrinamiento hiciera sus efectos,
como en todos, pero, afortunadamente, cuando empecé a manejar con cierta
autonomía mis mecanismos intelectuales de análisis, basándome en lo que a mí me
parecía razonable o de sentido común, pronto
me despojé de los efectos de aquel adoctrinamiento.
L: O sea, que ya no eres patriota ni
nacionalista.
J: Pues no. Como ya he escrito en este blog,
el patriotismo no activa mis estímulos vitales, y, por tanto, no me seduce el nacionalismo. Además,
como sabes, mis tendencias y preferencias miran a la izquierda, y a mí me
parece que el nacionalismo/patriotismo, cuando activa, como ocurre en
Catalunya, el separatismo o lucha por la independencia de un territorio en un
estado como el español, en el que, con los fallos que pueda haber como en
cualquier obra humana, rige eso que llamamos «estado de derecho», el
nacionalismo/patriotismo, decía, es
incompatible —según como veo yo estas cosas— con las ideologías que realmente
son de izquierdas.
L: ¡Joder! Entonces, ¿qué tienes que decir
sobre los partidos ERC y Bildu? Son los que, según parece, se muestran más
radicales en la lucha por la independencia de sus respectivos territorios.
J: Pues que si son tan nacionalistas/patriotas
no pueden ser de izquierdas. Es
incompatible. En otro tiempo o en otras circunstancias se podría admitir que
las fuerzas políticas de la izquierda participasen en movimientos patrióticos o
nacionalistas, pero en la España actual
no. Aquí y ahora la izquierda debe dedicarse a mejorar —en términos socioeconómicos—
la vida de las personas, tratando de que desaparezcan o al menos se reduzcan
las aún muy importantes desigualdades entre ricos y pobres, es decir, entre los
fuertes (y poderosos) y los débiles,
especialmente en el mundo del trabajo.
L: Entonces, ¿qué te parece lo de «izquierda abertzale».
J: Pues que me parece un oxímoron; es una contradicción. El patriotismo/nacionalismo debe quedar para la derecha y, sobre todo, para la ultraderecha; o sea, para los que son tan aficionados a las banderas.
L: Entonces, ¿qué te parece lo de «izquierda abertzale».
J: Pues que me parece un oxímoron; es una contradicción. El patriotismo/nacionalismo debe quedar para la derecha y, sobre todo, para la ultraderecha; o sea, para los que son tan aficionados a las banderas.
L: ¡Ah!, por eso tú no eres muy de banderas. Ya
te lo leí en un anterior post. Y ya para acabar, debo entender que, según tú, ¿los
partidos nacionalistas solo pueden ser de derechas?
J: Pues en España, sí. Por eso me parece muy bien que el PNV se denomine
Partido Nacionalista Vasco; aunque creo que no es el partido típico de
derechas (como, por ejemplo, es el caso del PP) porque, aunque su leitmotiv tenga mucho que ver con el nacionalismo, es verdad que, por lo que yo conozco, su 'clientela' es y ha sido socialmente transversal, y esto lo ha tenido en cuenta siempre en su gestión política. De todos modos, me
parece bien que se autodenomine como lo hace; lo que me parece mal es lo de Esquerra Republicana de Catalunya, ERC, cuya
denominación no da pistas de su sesgo independentista, que, desde la distancia,
parece que es lo único que preocupa y ocupa a este partido (sobre todo,
últimamente). Se debería cambiar de
nombre... ¿Eh, Rufián?
L: Oye, no te metas con Rufián, que ese es
peligroso.
J: Joder que sí, y listo. Si se enfada le
diré que se me escapó su nombre sin darme cuenta.
Bueno, Listo, espero haber satisfecho tu
curiosidad. Si me animo, dentro de unos días podemos seguir con el tema; esto
da para mucho.
L: Vale, Julio, pues quedamos para dentro de
unos días. Mañana me voy a esquiar a Baqueira. Hay que aprovechar la nieve que
ha caído estos días y que aún no piden pasaporte.
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