22 may 2019

ALBERT RIVERA


Ya dije en mi anterior entrada ELECCIONES GENERALES 2019 que Albert Rivera me había decepcionado, especialmente por cómo había gestionado la campaña electoral en las elecciones del 28 de abril pasado. Ahora, por lo que le estoy viendo en la de las próximas elecciones (próximo domingo), me temo que mi decepción va en aumento; en realidad, de haber sentido decepción he pasado a tener manía a este político catalán. Me explicaré.

Sus credenciales

Como es sabido, Rivera inició su andadura política pública como líder del partido "Ciudadanos" (del que fue fundador), como beligerante respuesta política a las iniciativas secesionistas del independentismo catalán; sus inicios como cargo electo fueron en 2006 en el Parlament de Catalunya y en 2015 obtuvo el acta de diputado en las Cortes Generales de España. Según alguna información (sin contrastar), parece que previamente había tenido alguna vinculación con Nuevas Generaciones del PP, aunque no está claro que hubiera militado en ese partido.

Por otro lado, en sus comparecencias públicas de proyección nacional se autodefinía de "centro", situándose entre los dos partidos políticos que hasta hace unos pocos años ocupaban, casi exclusivamente, el escenario político español: en la derecha el PP, y en la izquierda el PSOE. En esa posición fue muy crítico con los citados partidos por los casos de corrupción que ambos protagonizaron, mostrándose como alternativa regeneradora.

Resumiendo, los rasgos principales del perfil político de Rivera han sido:
  • Beligerancia con el nacionalismo catalán
  • Posicionamiento en el "centro" político, entre el PP y el PSOE
  • Regeneración de la política o lucha contra la corrupción
Por otra parte, hay que decir que Rivera —joven (actualmente, 40 años) y guaperas— ha dado la impresión de que es una persona inteligente, a la vez que ha hecho gala de una gran fluidez verbal, lo que le ha permitido que sus discursos políticos resulten de gran brillantez.

Con estas condiciones y la ayuda de su equipo (en el que destaca Inés Arrimadas), Rivera ha conseguido, tanto en el Parlament como en el Congreso, hacerse con una importante presencia y que en este momento ocupe el tercer lugar de los partidos políticos en el Congreso de Diputados (a corta distancia del PP), autoproclamándose "jefe de la oposición".  O sea, hasta ahora, ha tenido una trayectoria política vertiginosa y brillante… y parece que quiere seguir ascendiendo.

Su actual estrategia

Está claro que de un tiempo a esta parte ha cambiado de forma notoria su estrategia política. Ha abandonado el "centro" y se ha escorado a la derecha, mostrando sin disimulo su objetivo de reemplazar al PP como principal partido de la derecha de España. Para mí, este ha sido un gran error, porque, aunque pudiera conseguir superar al PP, de nada le va a servir en sus aspiraciones para ser Presidente del Gobierno, ya que va a tener una importante sangría de votos por el centro y por la izquierda. Es mi predicción.
No sé si, como se dice ahora, sorpasará al PP, aunque no lo veo muy difícil a la vista de la endeblez política e intelectual de Pablo Casado (actual líder del PP), pero de lo que no tengo dudas es de que, si mantiene —como se evidencia en estos días— el duro e inmisericorde discurso contra el PSOE que viene exhibiendo desde la pasada campaña de las Generales, no tiene nada que hacer. Porque a mí me parece que, en el momento en que estamos, en el electorado español las mayorías se consiguen ocupando el centro y evidenciando, principalmente, sensatez y moderación, dejando para los que ocupan los extremos la agresividad, la descalificación y el insulto. Está bien mostrarse contundente y convencido de las propias ideas o, mejor, de las fórmulas de gobierno de cada cual, pero no creo que la acidez y la permanente beligerancia sean un buen reclamo para conseguir la adhesión de la mayoría de votantes.

Por el comentado escoramiento y por el endurecimiento de su discurso le estoy cogiendo manía al bueno de Albert.

Y, por otra parte, en relación con el conflicto catalán y si aspira al gobierno de España, tiene que despojarse de su agresividad y mostrarse más dialogante, sin que esto suponga abdicar de sus convicciones y sin que represente debilidad. Ya todos sabemos de sobra que está en contra del independentismo, o sea, que es un aguerrido defensor de la unidad de la nación; por eso no tiene necesidad de estar proclamándolo permanentemente. Lo que debe saber es que un jefe de gobierno (a lo que aspira) tiene que afrontar los problemas con más inteligencia y que no puede mostrarse como un vulgar hooligan futbolero, manifestando, en cuanto tiene ocasión, de forma ácida, abrupta y desconsiderada, su beligerancia contra los políticos independentistas. Al fin y al cabo, estos son representantes elegidos por ciudadanos de la nación a la que aspira gobernar, y en democracia todas las ideas tienen cabida (siempre que se respete la Ley).

Me parece que su beligerancia inmisericorde con los políticos catalanes que están siendo enjuiciados actualmente es absurda y excesiva. Sin ir más lejos, ayer, en la sesión constitutiva del Congreso de Diputados, se destacó pidiendo medidas contra los políticos catalanes en prisión provisional que acudieron a recoger sus actas. Se quedaría muy a gusto, pero creo que se pasó. Los políticos contra los que arremetió llevan en prisión más de año y medio sin haber sido condenados aún y sin haber sido acusados de un "golpe de estado", como incorrectamente suele decir Rivera. Puede que este tipo de actitudes complazcan a los sectores más a la derecha y a los ultranacionalistas españoles, pero creo que, en general, le va a costar caro en términos electorales, sobre todo en Catalunya, como quedó evidenciado en las pasadas elecciones Generales y me temo que se evidenciará en las elecciones del próximo domingo. Ahora bien, si lo que quiere es demostrar que es el patriota español más gallito o chulito, puede que algunos le reconozcan tal distinción. A mí no me gusta.  

Rivera tiene que asumir que, por lo que tengo entendido, en Catalunya hay una clara mayoría social que está a favor de un referéndum sobre la posibilidad de independencia, que, según dicen, ahora no es legal, pero que podría serlo si las leyes se cambiasen o tuvieran otra interpretación; y, además, tiene que saber que no todos los que están a favor del referéndum tienen intención de votar a favor de la independencia. Supongo que debe saber que, como ya he dicho en alguna entrada anterior, los catalanes son muy suyos y lo que quieren es tener la capacidad de decidir por ellos mismos. Y para contrarrestar esa tendencia o se usan razones o, si no, la fuerza. Y esta puede no ser muy aconsejable en estos tiempos en el espacio geopolítico en que estamos.

Así que por la rigidez de sus planteamientos antiindependentistas y por su ácida agresividad permanente hacia los políticos catalanes que están siendo enjuiciados, también le he cogido manía al Sr Rivera.

Estoy seguro de que Rivera, como antinacionalista catalán, habrá tenido muchos problemas en su tierra (Catalunya). Creo que el comercio de sus padres ha sufrido algún atentado o pintada, supongo que él habrá soportado insultos y cosas peores (creo que, incluso, alguna amenaza de muerte), que habrá padecido ofensas de todo tipo, etc., todo lo cual no tiene justificación y es totalmente rechazable. Es la consecuencia de la fractura social que está sufriendo Catalunya, en la que los salvajes encuentran terreno abonado para sus salvajadas. Pero él, como político destacado, lo que tiene que hacer es pedagogía para rebajar la tensión, o sea, articular un discurso y mostrar una actitud política que contrarreste la de los líderes independentistas para, así, convencer a los ciudadanos, especialmente a los catalanes, de su mensaje prounionista, procurando resaltar los aspectos positivos y tratando de evitar crispación a la sociedad. A mí me parece que es su obligación como presidente del partido más votado en las últimas elecciones al Parlament. Si no está dispuesto a cumplir con esa obligación o no sabe, lo mejor que puede hacer es dedicarse a otra cosa… o solicitar el alta en Vox. Si hace esto último me vendría bien, porque así podría justificarme por la manía que le he cogido.
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COMENTARIO ULTERIOR (26-06-2019): En las últimas semanas (después de haber publicado este post), Albert Rivera ha tenido que enfrentarse a serios desencuentros con varios personajes importantísimos de su formación política y con algún otro personaje relevante cercano ideológicamente a ella, que han criticado duramente la gestión de Rivera -ya comentada en el post- en los últimos meses. Como consecuencia, el partido ha tenido varias dimisiones de notables. Todo hace pensar que en Ciudadanos gravita el riesgo de una fractura interna. Y todo por el negativo cambio de rumbo político que, como comenté en el post, ha experimentado el líder de Ciudadanos. Lo puede tener difícil. 
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OTRO COMENTARIO ULTERIOR (11-11-2019): En las Elecciones Generales celebradas ayer, el partido de Rivera, Ciudadanos, ha sufrido un descalabro histórico (en España, solo superado por el de la UCD en 1983). En las anteriores elecciones (abril 2019), Ciudadanos había conseguido 57 diputados y ahora se ha quedado en 10; o sea, ha perdido 47 escaños que equivalen al 82,5% de los que tenía. Y todo por la ridícula, absurda y deplorable actuación de Rivera al no mostrarse dispuesto a apoyar al PSOE -en un gobierno de coalición o con cualquier otra fórmula- tras las elecciones del 28 de abril de 2019. Está claro que se comportó como un perfecto gilipollas; lo de ayer se lo mereció. Esta mañana ha presentado su dimisión como presidente de Ciudadanos; también ha dicho que abandona la política. Esta vez ha hecho lo que debía.


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