Ya dije en mi anterior entrada ELECCIONES GENERALES
2019
que Albert Rivera me había decepcionado, especialmente por cómo había
gestionado la campaña electoral en las elecciones del 28 de abril pasado.
Ahora, por lo que le estoy viendo en la de las próximas elecciones (próximo
domingo), me temo que mi decepción va en aumento; en realidad, de haber sentido
decepción he pasado a tener manía a este político catalán. Me explicaré.
Sus
credenciales
Como es sabido, Rivera inició su andadura
política pública como líder del partido "Ciudadanos" (del que fue
fundador), como beligerante respuesta política a las iniciativas secesionistas
del independentismo catalán; sus inicios como cargo electo fueron en 2006 en el
Parlament de Catalunya y en 2015 obtuvo el acta de diputado en las Cortes
Generales de España. Según alguna información (sin contrastar), parece que
previamente había tenido alguna vinculación con Nuevas Generaciones del PP,
aunque no está claro que hubiera militado en ese partido.
Por otro lado, en sus comparecencias públicas
de proyección nacional se autodefinía de "centro", situándose entre
los dos partidos políticos que hasta hace unos pocos años ocupaban, casi
exclusivamente, el escenario político español: en la derecha el PP, y en la
izquierda el PSOE. En esa posición fue muy crítico con los citados partidos por
los casos de corrupción que ambos protagonizaron, mostrándose como alternativa
regeneradora.
Resumiendo, los rasgos principales del perfil
político de Rivera han sido:
- Beligerancia con el nacionalismo catalán
- Posicionamiento en el "centro" político, entre el PP y el PSOE
- Regeneración de la política o lucha contra la corrupción
Con estas condiciones y la ayuda de su equipo
(en el que destaca Inés Arrimadas), Rivera ha conseguido, tanto en el Parlament
como en el Congreso, hacerse con una importante presencia y que en este momento
ocupe el tercer lugar de los partidos políticos en el Congreso de Diputados (a
corta distancia del PP), autoproclamándose "jefe de la oposición". O sea, hasta ahora, ha tenido una trayectoria
política vertiginosa y brillante… y parece que quiere seguir ascendiendo.
Su
actual estrategia
Está claro que de un tiempo a esta parte ha
cambiado de forma notoria su estrategia política. Ha abandonado el "centro"
y se ha escorado a la derecha, mostrando sin disimulo su objetivo de reemplazar
al PP como principal partido de la derecha de España. Para mí, este ha sido un gran error, porque, aunque pudiera conseguir superar al PP, de nada le va a
servir en sus aspiraciones para ser Presidente del Gobierno, ya que va a tener
una importante sangría de votos por el centro y por la izquierda. Es mi
predicción.
No sé si, como se dice ahora, sorpasará al PP, aunque no lo veo muy difícil a la vista de la endeblez política e intelectual de Pablo Casado (actual líder del PP), pero de lo que no tengo dudas es de que, si mantiene —como se evidencia en estos días— el duro e inmisericorde discurso contra el PSOE que viene exhibiendo desde la pasada campaña de las Generales, no tiene nada que hacer. Porque a mí me parece que, en el momento en que estamos, en el electorado español las mayorías se consiguen ocupando el centro y evidenciando, principalmente, sensatez y moderación, dejando para los que ocupan los extremos la agresividad, la descalificación y el insulto. Está bien mostrarse contundente y convencido de las propias ideas o, mejor, de las fórmulas de gobierno de cada cual, pero no creo que la acidez y la permanente beligerancia sean un buen reclamo para conseguir la adhesión de la mayoría de votantes.
No sé si, como se dice ahora, sorpasará al PP, aunque no lo veo muy difícil a la vista de la endeblez política e intelectual de Pablo Casado (actual líder del PP), pero de lo que no tengo dudas es de que, si mantiene —como se evidencia en estos días— el duro e inmisericorde discurso contra el PSOE que viene exhibiendo desde la pasada campaña de las Generales, no tiene nada que hacer. Porque a mí me parece que, en el momento en que estamos, en el electorado español las mayorías se consiguen ocupando el centro y evidenciando, principalmente, sensatez y moderación, dejando para los que ocupan los extremos la agresividad, la descalificación y el insulto. Está bien mostrarse contundente y convencido de las propias ideas o, mejor, de las fórmulas de gobierno de cada cual, pero no creo que la acidez y la permanente beligerancia sean un buen reclamo para conseguir la adhesión de la mayoría de votantes.
Por el comentado escoramiento y por el
endurecimiento de su discurso le estoy cogiendo manía al bueno de Albert.
Y, por otra parte, en relación con el
conflicto catalán y si aspira al gobierno de España, tiene que despojarse de su
agresividad y mostrarse más dialogante, sin que esto suponga abdicar de sus
convicciones y sin que represente debilidad. Ya todos sabemos de sobra que está
en contra del independentismo, o sea, que es un aguerrido defensor de la unidad
de la nación; por eso no tiene necesidad de estar proclamándolo
permanentemente. Lo que debe saber es que un jefe de gobierno (a lo que aspira)
tiene que afrontar los problemas con más inteligencia y que no puede mostrarse
como un vulgar hooligan futbolero, manifestando, en cuanto tiene ocasión, de
forma ácida, abrupta y desconsiderada, su beligerancia contra los políticos
independentistas. Al fin y al cabo, estos son representantes elegidos por ciudadanos
de la nación a la que aspira gobernar, y en democracia todas las ideas tienen
cabida (siempre que se respete la Ley).
Me parece que su beligerancia inmisericorde
con los políticos catalanes que están siendo enjuiciados actualmente es absurda
y excesiva. Sin ir más lejos, ayer, en la sesión constitutiva del Congreso de
Diputados, se destacó pidiendo medidas contra los políticos catalanes en prisión
provisional que acudieron a recoger sus actas. Se quedaría muy a gusto, pero
creo que se pasó. Los políticos contra los que arremetió llevan en prisión más
de año y medio sin haber sido condenados aún y sin haber sido acusados de un "golpe
de estado", como incorrectamente suele decir Rivera. Puede que este
tipo de actitudes complazcan a los sectores más a la derecha y a los
ultranacionalistas españoles, pero creo que, en general, le va a costar caro en
términos electorales, sobre todo en Catalunya, como quedó evidenciado en las pasadas
elecciones Generales y me temo que se evidenciará en las elecciones del próximo
domingo. Ahora bien, si lo que quiere es demostrar que es el patriota español
más gallito o chulito, puede que algunos le reconozcan tal distinción. A mí no
me gusta.
Rivera tiene que asumir que, por lo que tengo
entendido, en Catalunya hay una clara mayoría social que está a favor de un
referéndum sobre la posibilidad de independencia, que, según dicen, ahora no es
legal, pero que podría serlo si las leyes se cambiasen o tuvieran otra
interpretación; y, además, tiene que saber que no todos los que están a favor
del referéndum tienen intención de votar a favor de la independencia. Supongo
que debe saber que, como ya he dicho en alguna entrada anterior, los catalanes
son muy suyos y lo que quieren es tener la capacidad de decidir por ellos
mismos. Y para contrarrestar esa tendencia o se usan razones o, si no, la
fuerza. Y esta puede no ser muy aconsejable en estos tiempos en el espacio
geopolítico en que estamos.
Así que por la rigidez de sus planteamientos
antiindependentistas y por su ácida agresividad permanente hacia los políticos
catalanes que están siendo enjuiciados, también le he cogido manía al Sr
Rivera.
Estoy seguro de que Rivera, como
antinacionalista catalán, habrá tenido muchos problemas en su tierra
(Catalunya). Creo que el comercio de sus padres ha sufrido algún atentado o
pintada, supongo que él habrá soportado insultos y cosas peores (creo que,
incluso, alguna amenaza de muerte), que habrá padecido ofensas de todo tipo,
etc., todo lo cual no tiene justificación y es totalmente rechazable. Es la
consecuencia de la fractura social que está sufriendo Catalunya, en la que los
salvajes encuentran terreno abonado para sus salvajadas. Pero él, como político
destacado, lo que tiene que hacer es pedagogía para rebajar la tensión, o sea, articular
un discurso y mostrar una actitud política que contrarreste la de los líderes
independentistas para, así, convencer a los ciudadanos, especialmente a los
catalanes, de su mensaje prounionista, procurando resaltar los aspectos
positivos y tratando de evitar crispación a la sociedad. A mí me parece que es
su obligación como presidente del partido más votado en las últimas elecciones
al Parlament. Si no está dispuesto a cumplir con esa obligación o no sabe, lo
mejor que puede hacer es dedicarse a otra cosa… o solicitar el alta en Vox. Si
hace esto último me vendría bien, porque así podría justificarme por la manía
que le he cogido.
- - - - - - - - - - - -
COMENTARIO ULTERIOR (26-06-2019): En las últimas semanas (después de haber publicado este post), Albert Rivera ha tenido que enfrentarse a serios desencuentros con varios personajes importantísimos de su formación política y con algún otro personaje relevante cercano ideológicamente a ella, que han criticado duramente la gestión de Rivera -ya comentada en el post- en los últimos meses. Como consecuencia, el partido ha tenido varias dimisiones de notables. Todo hace pensar que en Ciudadanos gravita el riesgo de una fractura interna. Y todo por el negativo cambio de rumbo político que, como comenté en el post, ha experimentado el líder de Ciudadanos. Lo puede tener difícil.
- - - - - - - - - - - -
OTRO COMENTARIO ULTERIOR (11-11-2019): En las Elecciones Generales celebradas ayer, el partido de Rivera, Ciudadanos, ha sufrido un descalabro histórico (en España, solo superado por el de la UCD en 1983). En las anteriores elecciones (abril 2019), Ciudadanos había conseguido 57 diputados y ahora se ha quedado en 10; o sea, ha perdido 47 escaños que equivalen al 82,5% de los que tenía. Y todo por la ridícula, absurda y deplorable actuación de Rivera al no mostrarse dispuesto a apoyar al PSOE -en un gobierno de coalición o con cualquier otra fórmula- tras las elecciones del 28 de abril de 2019. Está claro que se comportó como un perfecto gilipollas; lo de ayer se lo mereció. Esta mañana ha presentado su dimisión como presidente de Ciudadanos; también ha dicho que abandona la política. Esta vez ha hecho lo que debía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario