19 mar 2013

LO DE IRAQ

Resulta que mañana, 20 de marzo, se cumple el décimo aniversario del inicio de la ilegítima y criminal guerra-invasión de Iraq; crimen perpetrado, principalmente, por USA (George W. Bush) y Gran Bretaña (Tony Blair), con la ayuda de un buen número de países entre los que estaba el nuestro, gobernado, entonces, por Aznar. Aunque han pasado 10 años, creo que todos recordamos los hechos anteriores y posteriores a aquel aciago día, al menos los que trascendieron a la opinión pública a través de los medios de comunicación que, todos, se ocuparon profusamente de ellos. A mí, entonces, me pareció —y me sigue pareciendo— que lo que hicieron los invasores ha sido la mayor atrocidad —el más grave crimen— que ha cometido el ser humano ante nuestros ojos, al menos desde que tengo uso de razón. Posiblemente el ser humano, a lo largo de su historia, haya cometidos crímenes mayores, pero el de Iraq tuvo la peculiaridad de que lo contemplamos con amplitud de detalles y casi en directo por la tele; por eso digo que ha sido el mayor crimen del que hemos sido testigos.

Creo que merece la pena echar un vistazo al retrovisor y recordar lo que pasó, aun a riesgo de que algunos de los hechos los tengamos ya distorsionados por el paso del tiempo y hayan perdido fidelidad en nuestra memoria.

Antecedentes. El gran engaño.

No voy a entrar en cuáles fueron las motivaciones del principal invasor, USA (George W. Bush), sino simplemente voy a recordar  lo que durante los meses previos a la invasión se decía en los noticieros de la tele. Colin Powel, a la sazón secretario de estado de USA, y el entonces secretario de defensa Donald Rumsfeld, en ruedas de prensa, en sus intervenciones en la ONU y en cuanto tenían ocasión, no hacían otra cosa que decir al mundo que Saddam Husein era muy malo y había que cargárselo porque tenía «armas de destrucción masiva» y podía hacer mucho daño con ellas. Con este argumento, USA pretendió convencer al mundo de que había que invadir Iraq, así que lo repitieron incansablemente como una letanía apoyándose en dudosos y confusos informes sobre la capacidad bélica de Saddam y sobre las dichosas «armas de destrucción masiva». Pero en la ONU no lo veían claro y, por eso, enviaron a Iraq a dos inspectores (el egipcio Mohamed El Baradei y otro cuyo nombre no recuerdo) para que trataran de investigar sobre el arsenal químico de Iraq y certificar la existencia de las «armas de destrucción masiva» que tanto preocupaban a Bush. Pero los inspectores no pudieron certificar tal existencia; los americanos, aunque lo intentaron con burdas e inconsistentes «pruebas», tampoco. Como anécdota que recuerdo, se nos llegó a mostrar como ejemplo del peligro de Saddam una filmación en la que se veía un artefacto (nos lo mostraron en la tele como noticia importante) parecido a un avión de juguete (de unos 3 metros de largo) colocado sobre una plataforma, de más o menos  1 metro de alta, apoyada en 4 patas con ruedas, que unos tipos con chilaba arrastraban tirando de una cuerda atada a la plataforma. Para descojonarse, si no fuera porque esas cosas se utilizaban como justificación de los criminales propósitos.

Así que los americanos no lograban convencer al mundo de que estaban justificadas sus intenciones invasivas ni conseguían el apoyo internacional para materializarlas, por lo que en todo el planeta había protestas y movimientos ciudadanos (esta vez sí, masivos) en contra de tales intenciones. En España hubo mucha bronca en la calle y en el Parlamento, donde el PP, como partido gubernamental, apoyaba sin reservas a USA (así lo decían, aunque parece que algunos miembros relevantes discrepaban de puertas adentro), lo que llevó a Aznar a hacer una vergonzante intervención en la tele en la que, enfática y afectadamente, y tratando de ser convincente, dijo aquello de, más o menos, «…créanme que es verdad lo de las armas de destrucción masiva…», en un ejercicio de criminal cinismo y desvergüenza.

Y llegó lo de las Azores. El 15 de marzo de 2003, el entonces primer ministro de Portugal José Manuel Durão Barroso fuel el anfitrión de una cumbre a la que asistieron, además del jefecito Bush, Blair y Aznar (Ansar para los amiguetes); ignominiosamente,  los tres han pasado a la historia como los integrantes del «Trío de las Azores». Allí, los tres declararon al mundo que no había otro remedio que invadir Iraq. Y, sin el apoyo de la ONU, lo hicieron.
El trío de las Azores con el anfitrión, Durão Barroso
La guerra-invasión.

La vimos en directo por la tele. Fue, prácticamente, un paseo militar que culminó en diciembre de 2003 con la captura de Saddam Husein, que tres años después fue ahorcado (lo que también nos mostraron en la tele). El ejército iraquí apenas opuso resistencia y, por supuesto, sus famosas «armas de destrucción masiva» no aparecieron. USA aportó el mayor contingente militar (prácticamente el 90 por ciento) y contó, en el momento de la invasión, con un importante apoyo del Reino Unido; España, según se nos dijo, se limitó a aportar, más que nada, apoyo logístico  con algún buque hospital (se conoce que al amigo Ansar le pareció suficiente el apoyo moral que dio en las Azores al primo de Zumosol). Después la ONU autorizó a una treintena de países (la llamada Coalición Multinacional), entre ellos España, a participar en la ocupación de Iraq.

La posguerra.

También la hemos vivido en directo gracias a los informativos de la tele. Durante años —no sabría precisar, pero pongamos que tres—, todos los días, con machacona insistencia, no hubo telenoticias en el que no nos mostraran los efectos de algún atentado o de la consiguiente represión. El horror, la destrucción y la muerte ha sido la constante en Iraq en la posguerra. En un país ocupado ilegítimamente por una fuerza militar es lo que cabe esperar.  La posguerra de Iraq ha sido campo abonado para la acción terrorista y en especial para la de Al Qaeda, que aún se mantiene por aquellas tierras. Según se dice, la posguerra se ha cobrado centenares de miles de vidas en la población civil y entre la insurrección; y, a juzgar por las imágenes que nos llegaban —y siguen llegando, porque la situación sigue siendo muy grave—, ha dejado un país arruinado y destrozado. No sé lo que habrá pasado con el petróleo iraquí y qué beneficio habrá sacado USA de su invasión, pero de lo que no hay duda es de que si, como decían, querían arreglar Iraq lo que hicieron es un pan como unas tortas.

En 2012, Obama dio por finalizada la ocupación, ordenando la retirada de los últimos efectivos militares que aún mantenían en Iraq. España había retirado su apoyo militar en 2004, al poco tiempo de llegar Zapatero al poder y «casualmente» unas semanas antes de la boda del príncipe Felipe y Letizia. Siempre tuve la sospecha de que ZP pudiera haber recibido de Casa Real alguna sugerencia del tipo «Sería un grave contratiempo, presidente, que, unos días antes de la boda, nuestros militares sufrieran en Iraq algún ataque con bajas…», si bien, debo reconocer que ZP había incluido la retirada en su programa electoral. 

El crimen y los criminales.

Ya he dicho al principio que lo de Iraq, en mi opinión, ha sido el mayor crimen de la historia que hemos presenciado, con pelos y señales, los de mi generación. También que sus principales ejecutores —o sea, los criminales— fueron, por orden de responsabilidad, Bush, Blair y Aznar.  Por tanto, hay que colegir que los citados podrían ser acusados y juzgados por tamaño crimen. Según he leído, ya ha habido un tribunal de Kuala Lumpur (Malasia) que ha juzgado y condenado a Bush y Blair por genocidio y crímenes contra la paz (parece que en este caso se libró Aznar), y que, por tanto, ambos podrían ser perseguidos, capturados y procesados en otros estados. No sé cuánto habrá de verdad en esta noticia; para el que le interese, la puede leer aquí .

De lo que sí estoy seguro es de que la historia ya los ha juzgado y que ha condenado a los tres; no es para menos.

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28-05-2020. COMENTARIO ULTERIOR: Hoy, por casualidad, he conocido que en 2016 se publicó el informe Chilcot, encargado ¡en 2009! por el Gobierno británico. Concluye que la guerra contra Irak fue ilegal, injusta, inhumana e irracional. Como me ha extrañado que no recordara nada de ese informe, he indagado en internet qué se dijo sobre él en España. He concluido que se habló muy poco y siempre como algo que afectaba exclusivamente a Tony Blair, cuando en el informe se cita a Aznar más de una veintena de veces. Deduzco que Rajoy, presidente del Gobierno cuando se publicó y vicepresidente cuando se fraguó la guerra, por un lado y Aznar, por otro, maniobrarían para que los medios de comunicación pasaran de puntillas sobre el citado informe.

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12-07-2021. OTRO COMENTARIO ULTERIOR: Acabo de leer un artículo bastante ilustrativo sobre la evidencia del «crimen de Iraq». Se puede leer aquí

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7-08-2021. OTRO COMENTARIO ULTERIOR: Ayer por la noche vi en Cuatro TV la película «Secretos de estado», producción americana/europea, dirigida por Gavin Hood. En la peli se cuenta cómo, en febrero de 2003 (semanas antes de la invasión de Irak), Katherine Gun, empleada  de un organismo de la Inteligencia Británica denominado GCHQ, filtró un documento —que después fue publicado por el periódico «The Observer»— en el que se desvelaban las sucias intenciones de USA para, con el apoyo del Reino Unido, conseguir en la ONU los votos a favor de la guerra contra Iraq de los países indecisos.  
Me pareció una excelente película, además de la evidencia de las criminales trampas de los gobiernos de Bush y Blair para justificar ante el mundo su crimen. 
Por otra parte, me resultó sumamente extraño —a la vez que gratificante— que 16 años después de la criminal invasión se hiciera esta película y que la pudiésemos ver.


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