A partir de ayer parece que se puede salir de
casa para determinadas actividades, en determinados horarios y en determinados
espacios. Comienza, pues, el llamado proceso de desescalada. ¡Qué bien!, pero
no voy a hacer ni puto caso.
Porque yo no voy a salir. Me niego a salir
con el condicionado impuesto. Sobre todo, porque a los mayores de 70 años nos
han limitado a que demos un solo paseo diario entre las 10 y las 12 de la
mañana o 7 y 8 de la tarde. Es decir, han establecido un horario exclusivamente
para viejos, porque a los que aún no han llegado a septuagenarios les han
puesto un horario distinto (y más amplio) a lo largo del día para que no
coincidan con nosotros en el tiempo ni en el espacio. No tengo claro si lo han
hecho para que no nos contagiemos o para no contagiar, nosotros, a los demás.
Quiere decir esto que los putos (con perdón)
viejos no vamos a poder convivir con los demás; entendiéndose en este caso la
convivencia como, por ejemplo, salir a correr o a hacer ejercicio a la misma
hora y por el mismo sitio; o salir a dar un paseo por los alrededores (máximo 1
Km.) de nuestro domicilio. Me ha parecido humillante, por eso, reitero, no voy
a hacerles ni puto caso.
Dicen que los viejos somos el grupo con mayor
riesgo de letalidad por la pandemia. Vale, lo admito, a juzgar por los datos
que conocemos. Pero, precisamente por eso, o sea, por la cuenta que nos tiene, los
viejos deberíamos ser considerados como el grupo con mayor grado de prudencia y
sensatez, porque el acopio de años no tiene, necesariamente, que atontar. Al
contrario, se suele decir que la experiencia es un grado o que más sabe el
diablo por viejo que por diablo. Pues esta característica positiva de los
viejos no se ha tenido en cuenta en absoluto. Imperdonable, Sr. Sánchez.
Creo que las medidas gubernamentales
relacionadas con la pandemia que padecemos han dado pie a la crítica más
desaforada, intensa y ácida que ha soportado ningún Gobierno en España.
Incrementada y divulgada con una intensidad que no habíamos conocido, debido a
la presencia de los medios de comunicación y, sobre todo, a la utilización de las
RRSS. A Sánchez le han dicho de todo, desde incompetente a criminal, pasando
por mentiroso y otros terribles calificativos. A mí, la mayoría de la crítica
que le han hecho me ha parecido inapropiada y basada, exclusivamente, en intereses
partidistas de sus rivales políticos. Me ha parecido repugnante.
Pero, curiosamente, aunque todos los medios
de comunicación se están ocupando, prácticamente de forma exclusiva, de la tan
cacareada desescalada, no he escuchado ninguna crítica a lo que a mí me
preocupa y molesta: la discriminación de los viejos en su reciente normativa.
¿Qué hubiera pasado si, por ejemplo, se
hubiese establecido un horario diferente para hombres y mujeres? Lo podrían
haber hecho con la justificación de evitar la simultaneidad en la salida de los
domicilios. Se hubiera montado un pollo de mil demonios; seguro. Pero, como he
dicho, sobre la discriminación de los viejos nada de nada. Es decir, no importa
nada.
¿Será que no es tan grave como a mí me parece?
¿O será que los que escriben o hablan en los medios no han llegado a los 70
años y no les importa lo que pensemos o sintamos los que ya los hemos
sobrepasado? Sea como sea, a mi me ha jodido… y mucho. Así que me quedo en
casa. Seguiré disfrutando de las estupendas vistas que tengo (una parte se
puede apreciar en la foto) y de la bici estática mientras las contemplo.
Pero, Pedro, te recuerdo que no te lo
perdono.
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