17 jul 2015

LA HISTORIA Y CATALUNYA

Según he visto y oído en los medios de comunicación, los yihadistas del Estado Islámico (IS) quieren, con su “guerra santa”, dominar la mitad norte de África, Asia hasta la India, y en Europa los Balcanes, Austria, España y Portugal; y parece que lo quieren hacer en cinco años. ¡Cómo son! Obviamente, es una pretensión ridícula. Por tanto, no me voy a detener en ella. Sí en lo que puede haberles movido a incluir España en tales intenciones, para, así, enlazar con lo medular de lo que quiero hablar, que es de cómo algunos se sirven de la Historia para dar soporte a sus propósitos, demandas políticas e, incluso, ideología, cuando se trata de lo que podríamos llamar "cuestiones territoriales". 
Volviendo a las intenciones conquistadoras del IS y refiriéndome exclusivamente a la inclusión de la península Ibérica (del resto no voy a hablar porque no conozco la historia de los otros territorios que señalan), supongo que los yihadistas pretenden de nuevo dominar España y Portugal basándose en que durante casi ocho siglos —desde que en el 711 los árabes derrotaron al rey godo Rodrigo en la batalla de Guadalete hasta que se culminó la reconquista a finales del siglo XV— los árabes o islamistas dominaron buena parte de la península. Todo lo dicho, según la Historia oficialmente contada, que, aunque suelo ser bastante escéptico con estas cosas, no voy a cuestionar, por lo que vamos a admitir que fue así, más o menos. 
Estamos, por tanto, ante una especie de reivindicación territorial —además de estrafalaria, imposible de materializar— que se apoya, exclusivamente, en cómo fueron las cosas hace tiempo o, mejor dicho, en un determinado periodo de tiempo (el que a los reivindicadores les interesa). Por supuesto, a los ideólogos del IS no les preocupa cómo eran las cosas en la península Ibérica antes del 711 y, por supuesto, les importa un pito lo que pensemos o queramos los que vivimos actualmente en los territorios que quieren conquistar o reconquistar, ellos pasan de nosotros, ¡qué majos! Y esta es la cuestión que me interesa y que planteo en las siguientes preguntas:
  1. ¿Vale servirse de la Historia para cambiar el presente, sin la conformidad de los ciudadanos afectados?
  2. ¿Son legítimas las reivindicaciones territoriales para rehacer situaciones del pasado, sin tener el consentimiento de los ciudadanos del presente?
  3. Y volteando la cuestión, ¿se pueden cambiar las situaciones territoriales del presente si los ciudadanos afectados lo quieren? Esta pregunta encierra otra cuestión: ¿cómo se determina el colectivo de los “ciudadanos del presente”?
A mi entender, las preguntas 1 y 2 solo admiten una respuesta: un rotundo NO. Para responder la tercera, la cosa se puede poner más difícil, sobre todo si pensamos en el actual proceso soberanista de Catalunya, que es a donde quiero llegar. Yo la voy a responder.
Creo que a la primera pregunta de la cuestión número 3 se debe contestar afirmativamente. Es decir, creo que los ciudadanos de un determinado territorio, si forman un colectivo con evidentes elementos identitarios singulares, tienen derecho a constituirse en unidad política soberana e independiente, siempre que, como es lógico, haya una mayoría de ciudadanos que lo quiera. Esto de la mayoría nos abre otra cuestión: ¿qué mayoría o porcentaje se necesita? Yo creo que no vale o no es suficiente la mayoría de los que voten. Creo que, para algo de tanta trascendencia, se debe requerir la mayoría de los ciudadanos censados, es decir, al menos la mitad más uno de los ciudadanos con derecho a voto. Para apoyar esto, se podrían dar muchos argumentos, si bien, el más simple y a la vez contundente es el que acabo de decir, o sea, que segregar un territorio del Estado al que pertenece es algo tan importante que no lo puede decidir una "minoría" de sus ciudadanos; se necesita una clara “mayoría”.
   
La segunda pregunta de la cuestión número 3 hace referencia a qué ciudadanos tendrán derecho a manifestarse sobre la primera pregunta de la misma cuestión. Mi respuesta es que la decisión se debe tomar, exclusivamente, entre los miembros del colectivo que plantea su segregación. En el caso de Catalunya, por los ciudadanos de esa comunidad autónoma. Y aquí es donde topamos con el meollo de la situación actual del proceso soberanista catalán.
  
Porque el gobierno de España y los que se oponen a la consulta anunciada por la Generalitat dicen, básicamente, que, en caso de que se hiciera, deberían participar todos los ciudadanos del Estado, por lo que si solo se diera la oportunidad de votar a los catalanes la consulta sería ilegal y, por tanto, no se podría llevar a efecto. A mí me parece que tal actitud del gobierno de España se asemeja, salvando las inmensísimas distancias, al comportamiento del IS del que hablaba al principio, porque lo que intenta es una probable imposición de sus deseos apoyándose en la “fuerza” de un mucho mayor número de votantes (los del resto de España) que, probablemente, podrían oponerse a la independencia de Catalunya. Y he hecho la comparación con lo del IS porque tal oposición sería también hecha por la «fuerza» (no bélica) y basada también en la Historia, puesto que el argumento básico de los votantes del resto de España para decir NO a la independencia de Catalunya no sería otro que el de que “siempre ha sido España”, aunque tal argumento carece de fundamento porque España, aunque como tal tiene sus años, no ha existido siempre, o sea, el territorio catalán (con sus habitantes) tuvo su existencia antes de que se crease el estado España. 

Por su parte, también los secesionistas catalanes se apoyan en la Historia para respaldar sus reivindicaciones; sin detenerme en ello (porque no hace falta), solo diré que en esto también se parecen, salvando las inmensísimas distancias, a los del IS. Porque, a su forma, emplean la “fuerza” de la propaganda, mediante —según se denuncia con frecuencia— la sutil y sesgada utilización de los medios de comunicación públicos (gestionados o dirigidos por partidarios de la independencia) que, indudablemente, influyen mucho en los ciudadanos y, por tanto, podrían influir en su voto ante un eventual referéndum. (Como no vivo en Catalunya, no tengo constancia de lo que he dicho, pero no me extrañaría que fuera como se denuncia). 

Resumiendo y dejando de lado lo referente a la utilización de la “fuerza” (que en el caso del IS es, por decirlo suave, un completo sinsentido), en las confrontaciones políticas relacionadas con las reivindicaciones territoriales —tanto en las que pretenden la anexión  como en las que quieren la segregación— los argumentos basados en la Historia ocupan un lugar muy importante. Seguro que hay casos en que eso sea razonable, sobre todo cuando se pretende revertir modificaciones territoriales relativamente recientes que fueran conseguidas por la fuerza de las armas. Pero, cuando la reversión pretende «retroceder» a la situación territorial existente varios siglos atrás, a mí me parece que los argumentos basados, exclusivamente, en la Historia son inconsistentes. Y esto, en mi opinión, vale para Catalunya y, por supuesto, para la locura del IS.
Por eso, como ya he dicho, creo que para modificar fronteras territoriales lo único que vale es la voluntad de los ciudadanos que, en el presente, ocupan el territorio en litigio, que debe expresarse en referéndum y con todas las garantías democráticas. O sea, en el caso de Catalunya, mediante consulta exclusivamente a los catalanes, que deberían manifestarse según sus propios intereses y deseos, sin presiones de “fuerza” que puedan influir en su voluntad, y en un escenario en que solo se muestre el presente y, en todo caso, el futuro; o sea, sin mirar al empañado retrovisor de la lejana Historia. Y, muy importante, para que la decisión sea vinculante tiene que estar apoyada en, al menos, la mitad más uno de los ciudadanos que estén en el censo del referéndum. 
Por tanto, en mi opinión sería conveniente modificar las leyes en España para que esto fuera factible legalmente; no debería ser muy difícil si, como algunos propugnan, se acomete una revisión de la Constitución. Lo realmente difícil va a ser impedir que los catalanes se larguen a la brava como parece que quieren hacer, aunque Rajoy diga que eso es imposible.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario