Listo: A ver, Julio, tenemos las elecciones
generales a la vuelta de la esquina y no te he leído nada sobre ellas. Según
dicen, estos comicios van a dejar el Parlamento más fraccionado
del actual periodo democrático al que van a llegar, por primera vez, los
llamados partidos emergentes. ¿Qué opinas?
Julio: Pues lo que tú has
dicho; que se presentan unas elecciones muy interesantes.
L:
Vale, tío, pero mójate. ¿A quién crees que se debe votar? No es que te vaya a
hacer caso, pero me gustaría saber tu opinión. Si te parece, te voy a preguntar
por los candidatos.
J: Bueno, Listo, anda,
pregunta.
L:
Empecemos por Rajoy. ¿Qué te parece el actual presidente del gobierno?
J: Debo
decir que no me cae mal; probablemente sea porque le veo como una persona nada
fundamentalista, sin firmes convicciones, sin rigidez de criterio, con poca
ideología… O sea, un poco amoral. Y eso, ya sabes, no le parece mal a uno como
yo, que carece de principios,
creencias y convicciones.
L:
¿Y eso te parece bien en un gobernante?
J: Pues sí y no. Sí, porque
puede gobernar con mayor, digamos, elasticidad ideológica, y eso, no está mal. No, porque, al no estar condicionado por la rigidez de un corsé ideológico,
le pone en riesgo de caer en improcedentes desviaciones interesadas. Por eso, a don Mariano lo
critican desde todos los lados, incluso desde la derecha; pero, ya te digo, el
gallego siempre me ha caído simpático, o, al menos, no me resulta antipático,
como me pasa con su mentor Aznar, al que no soporto.
L:
No sé si me ha quedado claro. De todos modos, ¿a Rajoy lo tienes entre los
votables?
J: No, listillo, ni de coña.
Nunca he votado al PP, ni nunca le votaré; ¡nunca! Totalmente descartado; pero eso no es
incompatible con que Rajoy me caiga bien.
L:
Bueno, bueno, tú sabrás. Vamos con otro, ¿votarás a Pedro Sánchez?
J: Tampoco me cae mal, pero
no me convence. El otro día lo vi en una
entrevista en TVE que le hizo la bilbaína Ana Blanco y me pareció como muy
melifluo… muy en su papel de chico bueno, guapo y simpático; pero poco
consistente. Además, tuvo una metedura de pata imperdonable cuando atribuyó a
su partido, el PSOE, la legalización del divorcio en los años ochenta.
L:
Un error lo tiene cualquiera, Julio, tampoco es para tanto.
J: ¿Que no? Resulta que lo
dijo adornándose y como ejemplo (el único que puso) de las realizaciones o
aportaciones democráticas de su partido en el pasado. Para descojonarse; ya
digo, fue imperdonable en un líder político. Y no digo que no le vaya a votar
por ese fallo, no. No lo votaré porque soy de los que opina que el PSOE merece
un castigo del electorado por haber sido, igual que el PP, también culpable de
la vorágine de corrupción política que ha habido en España en las últimas décadas; sobre todo por no haber
introducido, mientras tuvo mayorías y gobernó, las necesarias medidas para
conseguir transparencia, control y rigor en la actividad política, sobre todo
en la acción de gobierno.
Así que el señor Sánchez,
aunque él no se haya llevado ni un euro, tiene que apechugar con los pecados de
su partido en el pasado. Que no cuente con mi voto.
L:
Ya te veo venir; eres de los que votarás a los emergentes. ¿A Albert Rivera, de Ciudadanos?
J: Este es el que, desde la
distancia, mejor me cae. Me parece, además de inteligente y muy brillante, un político
valiente y honesto. Lo tengo entre los votables; pero creo que no va a
tener mi voto.
L:
¿Por qué?, Julio.
J: Pues, la verdad, no
sabría decirte. Puede que su postura contraria al Concierto Económico Vasco
haya influido en mí; pero no estoy seguro. Por otro lado, Albert Rivera se
declara de ideología liberal; que no tengo muy claro qué es eso, pero me suena a
eufemismo para no declararse de derechas. Tampoco me gusta su rígida posición
contraria al referéndum en el asunto de Catalunya. En fin, que no me convence
del todo. No obstante, te puedo decir que si gana las elecciones o si por mor
de las alianzas postelectorales llega a ser presidente del gobierno me alegraré;
creo que lo haría bien y que, por su valía y valentía, lo merecería.
L:
Me parece que lo que te pasa es que lo consideras de derechas, y eso no
sintoniza con tu vena izquierdista. ¿Eh?, Julio.
J: ¿Vena? En todo caso, mis
tendencias y preferencias, Listo.
L:
No sé, no sé… Nos queda Pablo Iglesias, de Podemos o de las candidaturas en las
que se integre este partido. A este, que es de izquierdas, le votarás, ¿no?
J: Pues me temo que no. Me
he enfriado con Podemos; y me jode, porque me ilusionó mucho cuando “se nos
apareció”. Además soy fan de Errejón, al que me gustaría ver gobernando. También Iglesias me gustó el otro día en la tele, en “El hormiguero”,
cuando cantó bastante bien una canción de Javier Krahe y me parece muy razonable su postura ante el lío catalán.
Pero el esquema
operativo interno de su partido no me convence. Soy firme partidario de
consultar o preguntar a los ciudadanos cuando se tienen que tomar decisiones
controvertibles, lo dije con claridad en el primer post de este blog DEMOCRACIA DIRECTA-Referéndums por internet;
pero lo de basar el funcionamiento interno del partido en un esquema
multiasambleario en el que, teóricamente, todo el mundo opine constantemente,
aunque queda muy bien de cara a la galería, me parece poco operativo y más
propagandístico que real. Creo que es una fantasmada del señor Iglesias, de la
que tendrá que desdecirse si quiere tener un partido ágil y funcional.
Así que no lo
voy a votar. Ahora bien, si gana, también me alegraré. En realidad, lo que me
gustaría es que, como parece que ningún partido va a alcanzar la mayoría
absoluta, Pablo Iglesias y Albert Rivera consiguieran, entre ambos, mayoría
para que se coaligaran y formaran gobierno. Así el PP y el PSOE, ¡a la
oposición!, que es lo que se merecen.
L: Entonces, ¿no vas a votar?
J: Sí lo voy a
hacer. He decidido votar a Alberto Garzón, de Izquierda Unida, o a la
candidatura en que concurra a las elecciones, que creo que se denomina “Unidad
popular” o algo así.
L: ¡Hostia!, Julio. No me esperaba esto… a ver, a ver,
razones.
J: Garzón me
parece un tipo limpio y, además, bastante espabilado y competente. No me gustó
que Pablo Iglesias le diera, crudamente, calabazas cuando Garzón se ofreció
para ir juntos a las elecciones. Por otro lado, me ha parecido muy razonable y
coherente en su posición ante el problema catalán. Y, sobre todo, le voy a
votar porque creo que se merece apoyo. Lo están ninguneando; todo el mundo
baraja solo las otras cuatro candidaturas, menospreciando a un partido como
Izquierda Unida que lleva muchos años aguantando en sus posiciones y sin haber
conseguido, prácticamente, nada de poder. Ya digo, merecen más apoyo ciudadano.
Así que mi voto para Alberto Garzón; espero que tenga muchos otros más.
L: Joder, Julio. A la vejez, viruela.
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