2 nov 2016

LA GENTE


Muchas veces o, mejor dicho, casi siempre que alguien pronuncia una frase en que “la gente” es el sujeto utiliza el correspondiente verbo en tercera persona. Así, es muy frecuente oír “la gente es...”, “la gente dice...”, “la gente está...”, “la gente quiere...”, “la gente vota...” y así frases con cualquier verbo, dependiendo de lo que se esté hablando.
Dicho de este modo, hay que entender que quien así se expresa se refiere a “la gente” como un colectivo del que no forma parte o, lo que es igual, que no se considera “gente”. O sea, que no es persona, digo yo, porque es obvio que en tal sustantivo colectivo estamos incluidos todos los humanos, salvo que se delimite el alcance con alguna especificación como, por ejemplo, “esa gente”, “la gente del fútbol”, “la gente que había, “la gente de tu pueblo”, etc.
Pero si no se especifica la limitación, parece obvio que el hablante debería incluirse en el colectivo al que se refiere y, por tanto, debería utilizar el verbo en primera persona; o sea, debería decir (utilizando los ejemplos del primer párrafo) “la gente somos...”, ”la gente estamos...”, “la gente queremos...”, “la gente votamos...”, etc. Y, por tanto, si no lo hace es porque, aunque no lo diga, quiere excluirse de lo que atribuye a la gente. Esto suele ser frecuente en los medios de comunicación cuando los comentaristas de la actualidad critican aspectos negativos o malas prácticas en los comportamientos o actitudes de lo que ellos denominan gente, o sea, de los demás; ellos, los comentaristas, se excluyen... ¡qué ricos!
Ya sé que esto no es muy importante; digamos que es consecuencia de una forma de hablar. Vale. Pero a mí me molesta, porque en las exclusiones que comento subyace la arrogancia del que se atreve a criticar de forma general a los demás desde un pretendido —y generalmente inmerecido— pedestal o posición de autoatribuida superioridad intelectual. Y eso me jode, porque, ya digo, en la mayoría de los casos, por no decir en todos, los que así hablan no son, precisamente, de los más competentes en el asunto que se esté tratando. Por el contrario, suelen ser los más capullos.
Así que habría que decir a esos comentaristas que cuando mencionen a la gente tienen dos opciones: o concretan el colectivo al que se refieren con algún determinante, adjetivo o especificador gramatical que precise a quiénes o a qué gente se está refiriendo, o, si se refiere a toda la gente (incluido quien habla), deben utilizar el verbo en primera persona y en plural.
Ahora bien, si así lo hace nos encontraremos con una ¿anormalidad? gramatical: tendríamos frases en las que el sujeto y el verbo no concuerdan en el número gramatical; es decir, el sujeto (la gente) estaría en singular, y el verbo en plural. Y esto es una ¿anormalidad? de nuestro idioma, en el que, como norma o práctica general, está establecido que el sujeto y el verbo concuerden en número (gramatical).
En realidad no es un problema grave porque, en muchos casos, las reglas y normas lingüísticas o gramaticales no son muy rígidas; eso queda para los números y las matemáticas. En esto de las palabras, en muchas de las ocasiones la intención del hablante determina la sintaxis, obviando, si es necesario, las reglas o normas generales. Además, no hay que olvidar que los hablantes tenemos derecho a manejar el idioma como más nos guste, como sepamos o como queramos, que para eso nos pertenece... eso sí, en régimen de copropiedad.

La verdad, no sé si es porque todos caemos en lo que he criticado —o sea, que yo también habré dicho alguna vez "¡la gente es la hostia!" o algo similar— o porque no es muy frecuente utilizar el verbo en plural con el sustantivo del que hablo, el hecho es que, ahora que lo pienso, me suena raro decir “la gente somos...”, “la gente votamos...”, “la gente queremos...”, etc. Yo creo que gramaticalmente está bien, pero, para asegurarme, igual lo consulto en el Foro Cervantes, donde hay gente que sabe mucho de estas cosas de nuestro idioma.  

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