19 abr 2020

EL CORONAVIRUS Y LAS DOS ESPAÑAS


Lo del coronavirus es desde hace ya un par de meses —y sobre todo desde que el 14 de marzo se decretó el estado de alarma— el tema casi exclusivo de todos los medios de comunicación; es normal, porque el asunto es de extrema gravedad. Por eso no me atrevía a decir nada aquí; pero he cambiado de opinión y he tenido una charla con mi habitual interlocutor, Listo.

Listo: La cosa no está para frivolidades, Julio. Y me da en la nariz que quieres soltar alguna. ¿No, Julio?
Julio: No te alarmes, Listo. Lo que está pasando es muy serio y el horno no está para bollos. ¿O es que me consideras como esos imbéciles a los que les gusta hacer chistes —la mayoría, penosos— o montar infumables vídeos, que luego divulgan por las RRSS?
L: Es que no me fío de ti. A ver, ¿qué quieres contar?
J: Lo primero y para situarnos, permíteme que mencione la locución «las dos Españas», que supongo que habrás escuchado más de una vez, tanto en conversaciones informales en el bar como en comentarios políticos en los medios de comunicación.
L: Pues sí. Se suele utilizar para dar a entender la gran diferencia de posicionamientos políticos entre las derechas y las izquierdas en nuestro país. Yo creo que esa percepción proviene de la guerra civil o, incluso, de antes.
J: Efectivamente, Listo. Y por eso casi todos tenemos interiorizado que el antagonismo entre la derecha y la izquierda en España no tiene remedio, por lo que resulta poco menos que imposible que haya entendimiento o colaboración entre ambas posiciones para resolver los más graves problemas de Estado que se pueden haber planteado o se puedan plantear, que, en una situación ideal, requerirían la colaboración de todas las fuerzas políticas —aunque fueran de ideologías opuestas— o, al menos, de las más importantes.
L: Pero esto, supongo, también ocurrirá en otros países de nuestro entorno; así es la política, Julio.
J: No creo que ni sea ni que deba ser así. Por eso, siempre que he intervenido en alguna conversación o discusión sobre estas cosas he dicho lo mismo: para resolver este indeseable antagonismo, España necesitaría verse en una guerra contra un enemigo exterior.
L: ¡Jo, Julio! Ya has soltado tu ocurrencia. O sea, para mejorar el clima político interior, deberíamos declarar la guerra, por ejemplo, a Portugal, Francia o Marruecos, que son los que tenemos más a mano. Si digo yo… El confinamiento te está afectando las neuronas.
J: No, hombre, no. Es obvio que esa «solución» sería mucho más grave que el problema. Pero fíjate: refiriéndome a los países de Europa, sobre todo, a los que, por lo que sabemos, hacen gala de un patriotismo generalizado y común en sus ciudadanos y, por tanto, en las diversas fuerzas políticas que los representan, se ha dado el hecho de que en su historia reciente, especialmente en el siglo XX, han sufrido invasiones bélicas y, en consecuencia, estos países —todos sus ciudadanos— han tenido que guerrear contra los países invasores. Las dos guerras europeas (1914 y 1940) han sido un claro ejemplo de lo que digo.
L: Aquí también hubo una guerra en el siglo pasado.
J. Si, pero fue civil. O sea, de unos españoles contra otros. Es decir, las dos Españas combatieron entre sí. Y después hubo una dictadura o posguerra de 40 años en la que las heridas se mantuvieron sangrantes. Dicho de otro modo, el odio generado en la guerra civil se mantuvo —por no decir, se incrementó— entre los dos bandos a lo largo de la dictadura. Y, aunque en 1978 hubo un pacto que, desde entonces, nos ha permitido convivir civilizadamente, las heridas y los odios aún permanecen; en muchos casos se han transmitido generacionalmente, y parece que algunos están empeñados en esta tarea.
L: Pero en todos los países se da el antagonismo izquierda-derecha; no es exclusivo de España.
J: Pero en otros países —especialmente los de nuestro entorno— con connotaciones casi exclusivamente de tipo socioeconómico. O sea, sin entrar en pormenores, por un lado, están los poderosos (el capital y la burguesía), y, por otro, los económicamente más débiles (los trabajadores). Pero, si las circunstancias obligan, se unen o, al menos, se entienden; en general, todos, los unos y los otros, veneran su bandera y su himno, y, según creo, el patriotismo no es exclusivo de ninguno de los dos bloques. 
Aquí, en España, no pasa eso; la evidencia está en que no tenemos ni letra en el himno. Aquí está muy presente lo de «las dos Españas». Y eso afecta negativamente a nuestra convivencia, y se evidencia cuando surgen problemas de gran importancia como es el que padecemos ahora.
L: O sea, quieres decir que no tenemos remedio.
J: Pues sí, más o menos. Pero recientemente ha surgido una nueva, imprevista y terrible circunstancia que podía haber remediado el problema o, al menos, contribuido al inicio de su solución. Me refiero al maldito coronavirus.
L: Ah, entiendo. Te refieres al coronavirus «invasor», ¿no?
J: Pues sí. Creo que su «invasión» podía haber sido el desencadenante para acabar con la  polarización que han representado «las dos Españas». Porque, para combatir al «invasor», lo lógico es que hubiera habido unión. Y mira que ha habido posicionamientos que hacían abrigar la esperanza de que fuera así: el presidente del Gobierno, en sus comparecencias, repitiendo las referencias a la «guerra» contra el virus; los ciudadanos, todos o casi, cumpliendo, desde el principio, con el confinamiento; los aplausos a todos los sanitarios; unidades del ejército ayudando, como nunca las habíamos visto, a todos los ciudadanos (limpiezas, desinfecciones, etc.); las fuerzas de seguridad, policías locales, bomberos, y otros servicios, alabados por todos. En fin, daba la impresión de que todo el país, por primera vez, acometía un objetivo común. Pero nuestros políticos —todos— lo han jodido; no han dado la talla; o sea, han desaprovechado la oportunidad.
L: Bueno, unos más que otros. Porque por lo que estoy viendo en los vídeos y comentarios que recibo por WhatsApp, el Gobierno lo está haciendo fatal; miente, se equivoca, lo engañan cuando hace compras, no atiende a los requerimientos de material que le hacen los hospitales, no informa, etc., y un sinfín de fallos de todo tipo que le imputan…
 J: Sí, también que está «aplicando la eutanasia» en las residencias de mayores, como dijo recientemente una impresentable (por no emplear otro calificativo mucho más duro) diputada de Vox. No te creas todas estas cosas, Listo. Lo que recibes es la consecuencia de que una de las dos Españas (la de derechas), encabronada porque la otra está en el poder y, más aún, porque lo comparte con el rojazo Iglesias, anda despotricando con falaces argumentos, bulos y mentiras para tratar de posicionar la opinión pública a su favor o, al menos, para mantener beligerantes a los incondicionales de «su España». Para mí, todo ese tráfico por las RRSS me parece de puta pena.
L: ¿Tengo que entender que eres de los que cree que Sánchez ha hecho o esta haciendo bien las cosas?
J. No, no he dicho eso. Al contrario, creo que el Gobierno no lo está haciendo bien; porque, además de cometer errores en la gestión de los aspectos sanitarios de la pandemia —lo cual podría ser disculpable ante una situación inédita y supercomplicada como la que le ha tocado afrontar—, creo que Sánchez ha cometido graves errores políticos, por los que, en su momento, deberá rendir cuentas. En mi opinión, cuando las aguas se tranquilicen, en el PSOE deberían cuestionar seriamente su continuidad como líder. Pero, que te quede claro, Listo, no por lo que le achacan desde la derecha; en su gran mayoría, mentiras y patrañas. Para mí, su gran pecado como jefe del Gobierno ha sido su incapacidad para haber formado un frente común ante el «invasor», con la participación también de la derecha política.
L: Deduzco que exoneras a Casado de toda culpa en la falta de entendimiento con el Gobierno, ¿no?
J: Ni mucho menos; al revés. También el líder del PP, Pablo Casado, lo está haciendo fatal. Desaprovechó la ocasión de la que hablé en LO TIENES A HUEVO, PABLO , y desde entonces no ha hecho otra cosa que el tonto, en una permanente actitud de absurda beligerancia, tratando, en clara competición con Vox, de atacar y descalificar a Sánchez a base de ridículas críticas, en un momento de máxima gravedad como el que estamos viviendo, en el que se requería que la oposición mostrara un talante colaborador. Es decir, tampoco ha sabido aprovechar la pandemia para romper el pernicioso atavismo de «las dos Españas». La derecha debería buscar otro líder cuanto antes.
L: Y qué tienes que decir de los demás líderes.
J: De los demás no digo nada porque no viene al caso. O están muy condicionados por la ideología que representan (caso de Vox) o su relativo poco peso les impide ser decisivos o determinantes. O sea, no cuentan o cuentan poco para acabar con el secular problema de «las dos Españas».
L: No te mojas sobre Pablo Iglesias, ¿eh, Julio?
J: A Iglesias, aunque ya sabes que de un tiempo a esta parte no me está cayendo nada bien, especialmente desde que «nombró» ministra a su mujer —de lo que ya hablé en LA PAREJITA—, no tengo que reprocharle nada. A mi entender, ha hecho lo que debía hacer como líder de su formación política; formación que, no olvidemos, tiene tanto derecho como las demás a participar en el Gobierno si los votos y las circunstancias le son favorables, como le fueron tras las últimas elecciones.
Y últimamente, en relación con algunas propuestas económicas que se le atribuyen, ha hecho lo que, en mi opinión, le corresponde como líder de una formación política que, lógicamente, debe atender al sector social más desfavorecido (en términos económicos).
L: O sea, los culpables-responsables de no haber aprovechado la «guerra contra el invasor», y de que, en consecuencia, no se haya puesto remedio al problema de «las dos Españas» son, para ti, Sánchez y Casado. ¿Te he entendido bien?
J: Bueno… Y también el memo de ALBERT RIVERA , del que no merece la pena hablar; ya pasó a «mejor vida».


3 comentarios:

  1. Julio,siempre es un placer leer tus entradas,ingeniosas y plenas de acertados análisis.Debo decirte además que eres una persona muy generosa.A Sanchez,un partido con la experiencia y tradición del PSOE le debería haber puesto de patitas en la calle en el minuto uno de esta crisis(un día de estos prometo escribir un detalle de los aspectos mal gestionados de esta pandemia y no me refiero a la imprevisión de estos hechos).Recordarte que este personaje es el dirigente español(después de Franco)con más conciudadanos muertos a sus espaldas.Y para completar la estadística,decirte que Franco fue el segundo en Europa,después de Stalin.Hago hincapié en el término de "conciudadanos"(no ciudadanos).

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    1. Javier, aunque te agradezco el comentario (sobre todo la primera oración), no puedo, en absoluto, estar de acuerdo con lo que dices. Achacar a Sánchez las muertes en España por la pandemia me parece, diciéndolo suave, un despropósito. Y qué decir de incluirle en una lista de los mayores causantes de muertes en Europa encabezada por Stalin y Franco. Por cierto, no incluyes en la lista a Hitler ¿? Lo de conciudadanos/ciudadanos no le he entendido. Cuando tengas el escrito que anuncias, me lo envías, porfa.

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    2. Julio,el encontrarnos en medio de esta fase 2 de la crisis me ha llevado a releer tus sabios análisis de las 2 Españas,que comparto plenamente.No obstante me ratifico en que la falta de liderazgo y habilidad de los políticos elegidos por el sistema democrático son los únicos responsables de las muertes registradas.En la primera fase es Sanchez quien toma el mando único y por lo tanto es el 2° dirigente español que más conciudadanos muertos a sus espaldas.
      Lo de Hitler(por cierto también elegido democraticamente) creo que te lo aclaré de palabra,el era austriaco y por ello se libra de entrar en este macabro ranking.
      Sigo pendiente de finalizar el inventario de los innumerables errores cometidos por Sanchez,pero necesito ver el desenlace del pulso politico que mantiene con el PP en el escenario madrileño (la salud de los españoles en el fondo le importa un comino) tratando de lavar su imagen de culpabilidad en la pésima gestión de esta crisis.

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